En el contexto actual de la pandemia y el reconocimiento de la injusticia racial sistémica, ¿cuál es la obra a la que Dios nos está llamando?
Como Hijas de la Caridad, buscamos encontrar a Cristo y contemplarlo en el corazón y la vida de los pobres (Constitución 10).
La pandemia ha revelado profundas diferencias estructurales en la sociedad, y nosotros afrontamos el desafío de ver los rostros y experimentar la ansiedad de las familias incapaces de satisfacer sus necesidades básicas. Mientras el gobierno, las agencias y las organizaciones sin fines de lucro respondían, me preguntaba cómo sería una redistribución radical de la riqueza. Los beneficios de desempleo de COVID-19, ¿fueron suficientes para que las familias pagaran su alquiler? ¿Y si cada familia tuviera un ingreso básico garantizado? ¿Y si los salarios justos permitieran a las familias pagar su alquiler?
Cuando las disparidades en el acceso a la atención médica se hicieron tan flagrantes, descubrimos la situación de la gente de color. La gente no muere por ser negra o marrón. Están muriendo por racismo.
El Dr. Ibram X. Kendi desafía: «Uno permite que las desigualdades raciales persistan, como racista, o enfrenta las desigualdades raciales, como antirracista. No hay un espacio intermedio seguro de no racista. La afirmación de la neutralidad del no racista es una máscara para el racismo» (How to Be an Antiracist).
Paso uno: Escuchar y aprender de los líderes negros de donde vivo y atender especialmente a las mujeres y los jóvenes.
Paso dos: Organizar y participar en el Simulacro de Aprendizaje de la Riqueza Racial del Instituto Pan para el Mundo en bread.org/simulation. La simulación revela las conexiones entre la equidad racial, el hambre, la pobreza y la riqueza. Es un buen primer paso para las personas que no son conscientes de la desigualdad estructural, una herramienta de apoyo para aquellos que quieren una comprensión más profunda de la desigualdad estructural, y una fuente de información para los expertos que quieren saber el impacto económico cuantificable de cada política que ha ampliado el hambre racial de hoy, los ingresos y las divisiones de la riqueza.
Tercer paso: Ser parte del reconocimiento de nuestra propia complicidad en el racismo institucional.
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