Jesús hace uno de los ciudadanos y los extranjeros. En él, ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres.
Las necesidades no conocen marcos nacionales o religiosos. Es por eso que las pasan los judíos y los extranjeros. No es de sorprender, pues, que se angustie una cananea por la aflicción de su hija.
Lo que sorprende es que la madre cananea le pida ayuda a un judío. Es que los judíos prefieren no tratarse con los cananeos, extranjeros que son y enemigos (Sal 144, 7. 11). Y esto lo descubre la reacción de los discípulos. No piden a Jesús que la atienda, sino que la despida. La palabra griega apoluson es la misma que se usa en Mt 14, 15.
¿Es acaso por la misma razón que Jesús no le responde nada a la cananea? O, ¿piensa él bien, para que no se deje llevar por el gregarismo? Y la respuesta que él da luego, esa la provocan más los discípulos que la mujer. Parece, pues, que él no quiere tratarse con ella tampoco. O, ¿no será que aún no sabe si decirle sí o no? A ver si pone en duda que su misión es solo para las ovejas descarriadas de Israel.
En cualquier caso, no puede Jesús sino hablar con la mujer cananea. Pues ella de repente se acerca y se postra ante él. Le contesta él como para decir «no». Pero, aun despectivo, no es un «no» rotundo, sino un «no» que tantea. No, la puerta no se le cierra a la mujer.
Jesús es de los extranjeros.
Al final, descube Jesús lo grande y lo humilde que es la fe de la cananea. Es tan grande y humilde como la de un centurión (Mt 8, 5-13). Y así, el Enviado de Dios crece aún más en sabiduría, pues se le hace claro el pleno sentido de su misión. De verdad, si los dejamos, los que se hallan en la pobreza nos pueden enseñar y evangelizar (John Freund; Michael Carroll).
El Mesías, sí, es para todos los pueblos. Pues Dios tiene misericordia de todos y trae a los extranjeros que lo sirven a su santo monte. Extranjeros ya no los hay, ya que somos uno en Cristo Jesús (Gal 3, 28).
Señor Jesús, ya no somos extranjeros, sino familiares tuyos (Ef 2, 19) y nos haces sentar a tu mesa. Concédenos guardar la religión de los humildes que reconocen su necesidad y confían totalmente en ti (SV.ES XI:120, 462).
16 Agosto 2020
20º Domingo de T. O. (A)
Is 56, 1. 6-7; Rom 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28
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