Terminé la primera parte de este artículo con la siguiente pregunta: ¿qué nos hace creer que cualquier cambio que pueda ocurrir durante el 2020 creará una nueva sociedad, una sociedad de justicia e igualdad? De hecho, ¿tenemos alguna razón para creer que el orden social, a largo plazo, será diferente de la realidad actual?
Para intentar responder a esta pregunta, les invito a usar su imaginación mientras exploramos el posible impacto de un enfoque vicenciano desde el servicio, en la situación mundial actual. Estoy hablando aquí de un acercamiento al servicio desde el cambio sistémico.
En 2007, los miembros de la Comisión para la Promoción del Cambio Sistémico (Robert Maloney, CM; Norberto Carcellar, CM; Ellen Flynn, HC; Joseph Foley, CM; Patricia Nava [AIC]; Pedro Opeka, CM; y Gene Smith [SSVP]) hicieron una presentación a los líderes de muchas ramas de la Familia Vicenciana. Propusieron que el cambio sistémico fuera nuestro tema común para los próximos años.
Esto significa que ciento sesenta ramas, con cuatro millones de miembros y colaboradores, trabajen juntos en la lucha por la justicia. Recordemos que, en 1971, en el Documento Final del Primer Sínodo de Obispos, leíamos: La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva (La justicia en el mundo, #6).
Sabemos que podemos tener un impacto. La Campaña de las 13 Casas nos ha abierto los ojos y hemos visto que juntos podemos marcar la diferencia. Juntos podemos crear una nueva sociedad en la que las personas puedan vivir con dignidad y respeto. Esta Campaña ha empoderado a hombres y mujeres en muchos países distintos, para comenzar a escribir un nuevo capítulo de su historia.
Trabajar juntos desde la perspectiva del cambio sistémico para transformar las instituciones racistas y violentas nos implica en un proceso en el que escuchamos atentamente y tratamos de comprender las necesidades y aspiraciones de los pobres, creando una atmósfera de respeto y confianza mutua y fomentando la autoestima de las personas.
Escuchar atentamente… permitir a la gente compartir su historia… escuchar a la gente hablar de sus sueños y esperanzas… establecer relaciones con la gente. Varias ramas están involucradas en el ministerio de visitas a domicilio. Qué maravillosa oportunidad para escuchar, compartir y capacitar a la gente para buscar nuevos horizontes.
¿Tenemos alguna razón para creer que el cambio a largo plazo es posible? Creo que como miembros de la Familia Vicenciana, si colaboramos y trabajamos juntos desde el enfoque de cambio sistémico, tenemos todas las razones del mundo para creer que dicho cambio no sólo es posible, sino que es inevitable.
¿Qué opina usted?
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