Tras tres meses de intensivas acciones de socorro, Vincent Helps en Filipinas se moviliza y busca servir a los grupos más vulnerables en estos momentos. No sólo están oprimidos; no sólo están empobrecidos, sino que están totalmente excluidos por el sistema que los produjo y continuamente los reproduce. No tienen direcciones, ni tarjetas de identificación, ni sus nombres aparecen en los listados de los barangay [barrios], ni tienen derecho a recibir asistencia y servicios sociales, etc. Para esta sociedad, no existen. No son nadie.
Ahora que la gente comienza a tener cierta movilidad y puede ir a trabajar aunque sea con capacidades limitadas, siempre habrá gente que permanezca excluida. Están sufriendo el mismo hambre y dolor que durante el confinamiento total: gente de la calle, enfermos, ancianos, los que viven bajo los puentes, los que no tienen casa, etc. Pero incluso antes de la crisis del Covid-19, estas mismas personas en los márgenes siempre han sentido el mismo hambre y dolor. Si para muchos de nosotros es difícil recuperarse económicamente, para todos ellos es aún más difícil, casi imposible.
Cada institución, cada arreglo social tiende a excluir, marginar y empujar a los débiles a las periferias. Cada sistema, por ser un sistema, produce sus desechos. En el sistema económico actual, estos «desechos» son personas, con sus bellas historias, con sus visiones y sueños de futuro, con sus esperanzas y planes concretos para sus vidas. Pero, debido a que la sociedad los ha excluido, esas esperanzas se han atenuado, esos sueños mueren. Se convirtieron en desechos, y como todos los desechos, son descartados. El gran sociólogo Zygmunt Bauman los llama «el desperdicio del capital».
«Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. […] A todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad» (Papa Francisco, Primera Jornada Mundial de los Pobres, 19 de noviembre de 2017).
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Originalmente publicado en Facebook por: P. Daniel E. Pilario, CM
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