Un reciente artículo titulado Housing as Health Care for the Homeless [La vivienda como atención sanitaria para los sin techo] me ayudó a centrarme en asunto más profundo detrás de muchas cosas que ya sabía. Me quedó claro que la falta de vivienda es «una condición preexistente» para la población vulnerable sin hogar. Se me hizo evidente que tener acceso a la vivienda es cuidar la salud. Esta idea… aunque no sea sorprendente… plantea una pregunta desafiante.
La falta de vivienda como «condición preexistente»
Primero, reflexioné sobre los mantras que nos han inculcado durante esta pandemia.
Las autoridades sanitarias han publicado listas de condiciones médicas preexistentes que ponen a la gente en alto riesgo de enfermedad grave por el covid-19. Pero pocos reconocen la condición preexistente de la falta de vivienda.
Las personas sin hogar son impactadas desproporcionadamente por el covid-19. Para empezar, tienen mala salud. A eso se añade la exposición a condiciones de vida potencialmente peligrosas.
¿Por qué las personas sin hogar tienen tantas condiciones preexistentes?
Círculo vicioso
Las personas sin hogar sufren en mayor número y más graves problemas de salud que sus homólogos alojados. La mala salud puede contribuir a la falta de vivienda, y el hecho de no tener vivienda puede contribuir a la mala salud.
No es sorprendente que las personas sin hogar se recuperen más lentamente que sus homólogos con vivienda. Aplicar el adagio probado de «dormir mucho» se vuelve casi imposible cuando una persona no tiene un hogar.
¿Qué se les dice a las personas sin hogar que hagan?
¿Distanciamiento social?
«El distanciamiento social es una de las principales protecciones que las autoridades sanitarias han recomendado. Pero, para las personas sin hogar, esto es sencillamente imposible».
«Manténganse separados, manténganse a salvo». El distanciamiento social protege a las personas de todo tipo de contagio.
Eso es precisamente lo que es tan frustrante porque los sin techo no pueden distanciarse socialmente… en cuartos de refugio llenos de hasta 50 personas: «Si alguien en un dormitorio de un refugio se enferma, todos se enferman».
También hay situaciones paradógicas en el distanciamiento social. Los requisitos de distanciamiento social más estrictos se unen a una capacidad de albergue limitada, lo que significa que ayudan mejor a menos personas.
¿Lavarse las manos?
«Lávate las manos durante 20 segundos» es un mantra que ha perforado nuestra conciencia colectiva últimamente. ¿Cuántas veces te has lavado las manos con agua y jabón desde que te despertaste hoy?
Ahora ponte en los zapatos bien usados de los indigentes. Encontrar un lugar limpio para mantener una higiene adecuada ya era un desafío antes del covid 19. Pero muchas de las instalaciones en las que la gente sin hogar solía usar —lavabos en espacios públicos, centros comunitarios, centros de acogida, YMCAs— han cerrado debido a la pandemia. Incluso los lavabos de los refugios pueden ser escasos.
¿Comer bien?
La gente que depende de los bancos de alimentos no sabe qué esperar de un día para otro en el clima actual. Los proveedores de comida han tenido que modificar o cancelar los servicios para proteger al personal y a los clientes. Es comprensible. Pero teniendo algunos bancos de alimentos cerrados durante varias semanas, antes de reabrir con el servicio limitado o escalonado, se provoca una nutrición inconsistente, en el mejor de los casos, entre una población ya vulnerable.
Ahora la cuestión
Todo lo anterior puede haberse leído como un montón de «¡Dime algo que no sepa!». La gente sin hogar que sufre de problemas de salud subyacentes no es información nueva.
Pero esa es la cuestión. A riesgo de hacer leña del árbol caído, el covid-19 sirve como un recordatorio más de que las poblaciones sin hogar son poblaciones vulnerables. Una vivienda adecuada para todos es cuidar la salud.
¿Cuándo aprenderemos la lección?
La Familia Vicenciana está haciendo lo que puede en esta época de pandemia. Obtenga en el siguiente enlace más información sobre la iniciativa mundial de la Alianza de la Familia Vicenciana a favor de los Sin Techo.
P. Michael Carroll, CM
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