Todavía sigo aprendiendo de mi padre sobre Dios como Padre
No recuerdo que mi padre me dijese nunca una palabra sobre Dios Padre.
Sin embargo, todavía recuerdo muy claramente una experiencia con mi padre, cuando estaba en séptimo grado. Metí la pata, mucho. ¡Y me atraparon! (por si quieres saberlo… me pillaron haciendo novillos en la escuela).
¡Mi madre estaba furiosa! Y entonces mi padre llegó a casa. Incluso hoy recuerdo perfectamente la mirada de dolor en su cara. Era un hombre muy amable y cariñoso. No era dado a la ira. Cuando entró en mi habitación, quedó claro. Estaba muy decepcionado y herido por lo que yo había hecho. Esa mirada fue el peor castigo que podría haberme impuesto. Incluso, mientras escribo esto, ¡todavía puedo sentir las emociones!
Avancemos rápidamente a sus últimas semanas en esta tierra. Se enfrentaba a una cirugía mayor, de la que nunca se recuperó. Le comentó a mi madre que podía dormir. Todavía puedo escuchar las palabras, dichas en alemán: «así que seguí rezando mi «Vater Unser» (Padre Nuestro)». Esa era la confianza que tenía en su Padre en el cielo.
Los padres dan forma a nuestras imágenes de Dios Padre
Los sociólogos dicen que es común que la gente perciba que Dios es como las figuras paternales en sus vidas. Si el padre es cuidadoso, paciente y preocupado, entonces los niños creerán que Dios tiene esas mismas características. Y lo contrario es cierto, cuando un padre es duro, crítico o está ausente.
La relación con nuestro padre biológico debería prepararnos para una relación con nuestro Padre celestial. La naturaleza de un padre proporciona una ventana a través de la cual podemos experimentar el corazón de Dios.
Aprendemos sobre Dios observando lo que significa ser un padre. «¿Qué padre entre ustedes —dice Jesús—, qué padre entre ustedes, si su hijo pide un pez, le dará en lugar de un pez una serpiente?» (Lucas 11,11). Jesús focaliza nuestra atención sobre nuestra propia experiencia de la paternidad.
«Piensa en lo que tus hijos significan para ti —dice Jesús—, y eso te dará una pequeña perspectiva de lo que significas para Dios». Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestra propia experiencia del amor de un padre por su hijo o hija.
Ahora, vivimos en un mundo de padres muy imperfectos, y algunos son claramente mejores que otros. Pero nuestro Señor dice que incluso en el mundo de los padres imperfectos, que se quedan cortos en muchos aspectos, reflexionar sobre lo que un hijo o una hija significa para un padre o una madre te dará una idea de lo que los hijos de Dios significan para él.
Aunque los niños saben intelectualmente que Dios es justo, amoroso, amable y paciente, es difícil para ellos relacionarse con Dios a nivel emocional, de una manera profunda, si su propio padre no es amoroso.
Pensamientos adicionales
Esta maravillosa analogía funciona también en la dirección opuesta: ¡Podemos aprender sobre la paternidad mirando a Dios!
Recuerden, también, que la madre da forma a nuestra imagen no sólo de María como madre y de Dios como Madre, sino también de la Iglesia como Madre.
Para una mayor reflexión…
- ¿Qué lecciones he aprendido acerca de ser una imagen de Dios en la vida de los demás?
- ¿Cómo puedo ser sensible a aquellos que no fueron bendecidos con imágenes amorosas de Dios?
Una versión anterior de este post apareció en Vincentian Mindwalk
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