La Regla Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) es muy clara al afirmar que nuestro propósito es el servicio a los pobres y marginados, especialmente “a las personas necesitadas sin tener en cuenta su credo, origen social o étnico, su estado de salud, sexo, particularidades culturales u opiniones políticas” (Artículo 1.4). De igual manera, la Regla defiende la igualdad entre las personas, afirmando que “no hace distinción alguna respecto al sexo, condición, ocupación, clase social u origen” (Artículo 3.2).
Basándonos en estos principios básicos e irrevocables, no podemos tolerar ningún tipo de discriminación o prejuicio entre las personas, porque todos somos de la misma manera hijos de Dios y fuimos creados por Él, con todas las facultades, potencialidades y virtudes. “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; lo creó a imagen de Dios; creó al hombre y a la mujer” (Génesis 1, 27).
Tal como la Santa Iglesia Católica exhorta, nosotros, como miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl, repudiamos cualquier tipo de segregación o violencia contra el ser humano. Defendemos el respeto a la vida en todas las etapas, la dignidad de las personas y los derechos humanos. “Tratad a todos con el debido respeto: amad a vuestros hermanos y hermanas, temed a Dios” (1 Pedro 2, 17).
Necesitamos construir sociedades más justas y colaboradoras, más fraternas y solidarias, y sobre todo más centradas en los valores del Evangelio. El mundo necesita amor. La razón de la existencia del hambre, la pobreza, la violencia, la indiferencia y las guerras es la ausencia de Cristo en los corazones de los hombres y mujeres. “Dios es amor. Todo el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4, 16).
En Cristo, la tolerancia se transforma en amor fraternal, en ternura, en generosidad. Los vicentinos tenemos la responsabilidad y misión de llevar estos valores a la gente que nos rodea. Rezemos para que cualquier movimiento social se desarrolle siempre de forma pacífica, sin generar daños a los demás, como nos pidió Nuestro Señor Jesucristo. “¡Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios!” (Mateo 5, 9).
París, 4 de junio de 2020.
Consocio Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General
Fuente: https://www.ssvpglobal.org/
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