Tradicionalmente, durante el mes de mayo, la comunidad cristiana eleva su voz y su corazón a María, la Madre de Jesús y la Madre de la Humanidad… y, al hacerlo, la gente alaba y agradece a la Santísima Virgen por las diferentes maneras en que ha intervenido en su historia personal y comunitaria.
Vicente de Paúl exhortó a sus seguidores a tener una especial devoción a la Santísima Virgen María poniendo en práctica las mismas virtudes que ella vivió durante toda su vida. Al mismo tiempo, Luisa escribió: «Póstrate ante la Santísima Virgen a quien Dios quiso redimir antes de crearla. Revela tu conciencia a ella y pídele que te obtenga la conversión de la vida, la liberación de tus necesidades más urgentes, así como un mayor amor por su Hijo y una unión más estrecha con su divina humanidad».
En noviembre de 1852, Federico Ozanam escribió las siguientes palabras: «Oh, Nuestra Señora de Burgos, que también es Nuestra Señora de Pisa y de Milán, Nuestra Señora de Colonia y de París, de Amiens y de Chartres, Roma y todas las grandes ciudades católicas: sí, verdaderamente «Eres bella y graciosa»… has obtenido milagros, obtén algo para nosotros también y para los que están a nuestro cuidado. Fortalece esta frágil y destartalada morada de nuestros cuerpos y haz que el edificio espiritual de nuestras almas se eleve hasta el cielo» (El Libro de los Enfermos de Frederico Ozanam).
El 27 de marzo de 2020, el Papa Francisco, en el momento de su bendición extraordinaria «Urbi et Orbi», rezó las siguientes palabras: «Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).»
Este es un mes de mayo extraordinario, hemos visto ocurrir cosas este mes que nunca antes en nuestras vidas hemos experimentado: 4,5 millones de personas enfermas como resultado del Covid-19 y más de 300.000 muertes en todo el mundo; millones de personas desempleadas; millones de niños que ahora aprenden en aulas «virtuales»; profesionales de la salud que arriesgan sus propias vidas para servir a sus hermanas y hermanos; iglesias de todas las dominaciones cerradas; y la lista sigue y sigue.
En medio de esta situación, sí, levantamos nuestras voces y rezamos… ¿cuáles son las palabras de tus oraciones, mientras claman a María?
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