Me llamo Véronique y tengo 91 años. Vivo en el campamento de Refugiados de Mahama, en Ruanda, desde 2015 con mi nieta. Ella me cuida.
En los cinco años que llevo aquí, la vida no ha sido fácil. No ha habido un solo día en que haya tenido comida suficiente. Muchas veces, solo como gachas y luego duermo, pero duermo mal porque mi vientre siempre pide más.
Ahora, con el coronavirus, es todavía peor, especialmente para nosotros los mayores. Tenemos incluso menos comida para todos los que vivimos el campo.
Sé que Dios no nos olvida, y esta mañana nuestro capellán, el padre Henri Matsinga CM, me visitó y me dio algo de dinero para que comprara algo de comer, sal y aceite. Su visita me reafirma que Dios está realmente presente con nosotros en este difícil momento, porque no sabemos cuándo desaparecerá esta enfermedad del mundo.
Estoy convencida de que Dios no permitirá que esta enfermedad mate a tantos seres humanos creados con amor.
¡Que Dios bendiga enormemente a todos los que nos ayudan!
¡Muchas gracias!
Fuente: famvin Homeless alliance
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