El Consejo de FAVILA (Familia Vicentina de América Latina) emitió hace pocos días un comunicado respecto a la presente situación mundial a causa de la epidemia de coronavirus. Entresacamos de este mensaje sus párrafos más destacados:
Ante la situación que estamos viviendo por el Coronavirus COVID-19, quiero expresarles algunas reflexiones que pueden servirnos para asumir a la luz de la fe, todo lo que está aconteciendo.
En primer lugar, es válido recordar que somos personas de fe, y nuestra fe está puesta en un Dios que no castiga, en un Dios cuya voluntad no es causar sufrimiento al ser humano ni a nada de lo creado por Él. Esto nos lo mostró Jesús de Nazaret. Él nos mostró cómo es Dios (Jn 10, 10): un Padre misericordioso, cuya esencia es el amor, amante de la vida, dador de vida, plenificador de la vida, y cuya voluntad es que acabe la cruz del sufrimiento causado por las injusticias, la inequidad, por el pecado, sobre todo el social y estructural. Ése es el Dios que nos mostró Jesús, es el Dios al lado de los pobres, de quienes sufren, de quienes son marginados y excluídos, de quienes tienen la vida en riesgo.
En segundo lugar, como personas de fe, nuestra oración debe ser constante. Una oración que conecte fe y vida, que nos dé fuerza para vencer nuestra debilidad y nuestros miedos (Mt 6, 7-15). Una oración que nos dé sabiduría para actuar con inteligencia, siguiendo las normas y protocolos de prevención de contagio del virus y a la vez la capacidad de ser solidarios y cercanos a quienes más lo necesiten. Una oración que se conecta el amor afectivo y efectivo, tal como nos lo enseña San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. El Papa Francisco nos invita a vivir una espiritualidad del cuidado, que no se puede traducir como encerramiento e indiferencia de lo que pase fuera de mí y de mis seres amados, sino cuidado en todas las dimensiones, cargado de compromiso solidario y de ternura. Les invito a acercanos a los Evangelios, como fuente primordial de la experiencia de Jesús, para orar desde sus pensamientos, sentimientos y acciones.
En tercer lugar, nuestra fe y nuestra oración nos llevarán a ser creativos en el amor. Creativos para manifestar la misericordia, la ternura, la cercanía. Este tiempo de crisis nos reta a ser creativos para organizar el amor misericordioso, buscando alternativas dentro de los contextos que nos presentan condicionamientos (Lc 10, 25-37). Se trata de inventarnos, desde la luz del Espíritu Santo y la fuerza del amor, maneras nuevas de ser Iglesia, maneras nuevas de servir, maneras nuevas de organizarnos para ello. Por ello, será importante mantener la comunicación entre nosotros, como Familia Vicentina, dentro de cada una de nuestras Asociaciones, Comunidades, Grupos o Congregaciones. La comunicación fortalece a cualquier familia y le permite tomar mejores decisiones.
Finalmente, toda persona, desde la experiencia bautismal, lleva implícito el sentido martirial expresado en el servicio y entrega por amor a las hermanas y hermanos, especialmente a los más sufrientes y empobrecidos. La experiencia martirial, es un darse asumiendo riesgos, compartiendo tiempos, espacios, afectos, bienes, fe, esperanza, ánimo, fuerza, consuelo (jn 15, 12-17). El Espíritu Santo nos dará las gracias que necesitemos para asumir nuestro compromiso cristiano-vicentino con coraje, valentía y alegría.
Pidamos siempre la intercesión de nuestra Buena Madre, María, que nos invita a vivir el amor afectivo y efectivo, como una acción milagrosa en medio del mundo. Sea ella nuestra compañera de camino, para seguir a Jesús de Nazaret, encarnándolo solidaria y proféticamente (Lc 1, 26-56).
Stuardo Alberto Marroquín C.M.
Sub coordinador de FAVILA
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