II. Cuerpo de la oración
En actitud de recogimiento, meditar sobre el tema elegido (misterio, virtud, máxima) para descubrirle el sentido más profundo. San Vicente prevenía sobre el riesgo de reducir la OM a un ejercicio meramente intelectual o especulativo (cf. SV XI, 406). Se trata, en realidad, de una forma de meditación, que integra armoniosamente la razón y la emoción, creando a las personas pensantes, orantes y actuantes. Por eso, el fundador recomendaba no “perder el sentido de la presencia de Dios” y recorrer los tres pasos de su “pequeño método” (SV XI, 403s), en diálogo afectivo con el Señor, inclinando el corazón a las exigencias de su Palabra. Por medio de la OM, Dios “esclarece el entendimiento”, “inflama la “voluntad”, “toma posesión de los corazones y de las almas”, inspira actitudes y suscita compromisos (SV IX, 421).
San Vicente describe la especificidad de este método de oración: “La oración mental debe hacerse de dos formas: una de entendimiento y otra de voluntad. La de entendimiento, cuando, después de oída la lectura, el espíritu se reconoce en la presencia de Dios y se pone a buscar la comprensión del misterio que se le propone, ver la instrucción que le es propia y producir afectos para abrazar el bien o evitar el mal. Y, aunque sea la voluntad la que produce esos actos, esta oración, sin embargo, es llamada de entendimiento, porque la principal función de la voluntad, que es la búsqueda, se hace por el entendimiento, que es el primero en ocuparse del asunto en cuestión. Es lo que, ordinariamente, llamamos meditación. Todos la pueden hacer, cada uno según su condición y las luces que Dios le concede “(SV IX, 420). El entendimiento posibilita la comprensión del contenido de la meditación y la la voluntad estimula la búsqueda perseverante y la asimilación existencial de lo que se le propone como bueno, verdadero, justo, necesario, oportuno, bello. O, como se expresa San Agustín, en su carta a Proba, “Tanto más digno resultará el efecto, cuanto más fervoroso preceder al afecto”. De la integración del entendimiento y de la voluntad, nace la resolución práctica, por medio de la cual el orante se propone a concretar lo que el Señor le inspira.
Habrá que mantener, en el horizonte de la OM, desde el principio, las exigencias de la vocación y misión, los llamamientos de la realidad, las esperanzas de los pobres y las inquietudes de la humanidad. San Vicente proponía a las Hijas de la Caridad tomar sus resoluciones, previendo lo que deberían realizarse a lo largo del día. Si no, veamos lo que dice el fundador en la conferencia de 2 de agosto de 1640, sobre la fidelidad al levantarse ya la oración: “No se debe hacer vuestra oración para tener pensamientos elevados, éxtasis o arrebatamientos, que son más perjudiciales que útiles, pero sólo para ser perfectos, y verdaderamente buenos Hijas de la Caridad. Vuestras resoluciones deben, pues, ser así: ‘Yo voy a servir a los pobres. Trataré de tratarlos de una manera modestamente alegre para consolarlos y edificarlos. Les hablaré como a mis señores. Hay algunos que me hablan raras veces. Tendré paciencia. Tengo la costumbre entristecer a mi hermana en esta o en aquella ocasión. Me abstendré de hacerlo. Ella me desagrada algunas veces a este respecto. Sopórtalo. Tal señora me aborrece, otra me censura. Trataré de no salir de mis ocupaciones y le prestaré el respeto y la consideración a la que estoy obligada. Cuando estoy con tal persona, casi siempre recibo alguna queja para mi perfección. Evitar tanto como sea posible esta ocasión. Es así, me parece, que debéis hacer vuestra oración “(SV IX, 30). El 16 de agosto del mismo año de 1640, refiriéndose nuevamente al tema de la mencionada conferencia, recuerda: “Haréis converger vuestras resoluciones sobre las acciones del día, principalmente sobre las que os hacen tender a la perfección y al cumplimiento de vuestra regla, para mejor honrar a Dios en vuestra vocación “(SV IX, 36). Una oración encarnada en realidad no puede dejar de tener en cuenta los desafíos de la misión.
1er paso: naturaleza
Reflexionar sobre el tema: ¿Qué es? ¿Qué me sugiere? En cuanto consiste este misterio, ¿virtud o máxima? ¿Qué adicción es ésta que debo evitar?
Formular convicciones sobre el tema, a la luz de la Palabra, de los Padres de la Iglesia, de la tradición viva, de las intuiciones de San Vicente, de la herencia vicenciana, etc. Sin convicciones firmes, la experiencia espiritual se vuelve frágil e inconsistente. Aquí, opera, de modo más decisivo, el entendimiento o la inteligencia del orante, aquel pensamiento sapiencial y reverente, que se encamina hacia el misterio de Dios. “Meditar en la lectura, reflexionar en lo que dice el autor y ver la que fin tienden los puntos del asunto de la oración “(SV X, 590).
Ejemplo [Jn 15,9-17 / Conferencia de San Vicente sobre la Caridad (SV XII, 260-276)]
La caridad consiste en acoger el amor de Dios que nos hace capaces de amar al prójimo con la intensidad del amor amor compasivo y operoso de Jesucristo.
2° paso: Motivos
Comprometer el coraje: ¿Cuáles son las razones que me animan a vivir este misterio, a buscar esta virtud o máxima, a asumir esta actitud, a evitar este vicio?
Convencer del valor de la materia en cuestión, como de la necesidad de su vivencia y de su búsqueda constante (en Io que se refiere a un bien o virtud) o de evitarla (si se trata de un mal o vicio). Aqui, la prevalencia es de la voluntad o del corazón, que de los sentimientos profundos y de los anhelos que dinamizan la existencia. Se trata, pues, de iluminar la conciencia, inflamar la voluntad y despertar los afectos, uniendo pensamientos y deseos en vista de la meta que se quiere alcanzar, “ya que la voluntad sigue la luz del entendimiento y se inclina hacia Io que se Ie propone como bueno y deseable “(SV XI, 406). Ante esto, Vicente aclara: ”El segundo punto es que, después de haber conocido bien la virtud o el vicio a que tiende el asunto de la meditación que habéis hecho (si es una virtud, la oración es hacer practicar; si es un vicio, extirpártelo), vean las razones que tienen de abrazar uno y evitar e otro” (SV, X,591).
Ejemplo (Jn 15,9-17/ Conferencia de San Vicente sobre la Caridad (SV XII, 260-276)]
- La mejor manera de corresponder al amor de Dios es desarrollar la capacidad de amar que nos dio.
- Amar es la gracia y el desafío de la vida cristiana. Es lo que mejor nos asemeja a la persona de Jesucristo, modelo que significa al ser humano de verdad.
- Es el principio dinamizador de nuestra participación en la construcción del Reino y en la transformación de la realidad.
3° paso: Medios
Tomar una resolución: ¿qué puedo o debo hacer para concretar una inspiración suscitada en la oración?
Resolución practica que permita al orante degustar el misterio, asimilar la virtud, practicar la máxima, asumir un valor o actitud, evitar y extirpar un mal o vicio, en vista de la misión y de la comunidad. Conviene adoptar solo una resolución por dia, con la posibilidad de retomarla tantas veces como se juzgue oportuno (cf. SV IX, 13). No se sujeten a las resoluciones genéricas, que no bajan a las situaciones concretas. Nos advierte San Vicente: ”No es suficiente para tomar una resolución, si, después, no buscan algún medio para ponerlo en la práctica. Cuando tomen la resolución de evitar un vicio o practicar una virtud, digan: ”Me propongo hacer tal cosa, pero es muy difícil realizarla. Nada puedo hacer por mis propias fuerzas. Pero, con la gracia de Dios, espero ser fiel a mi propósito y, para esto, debo servirme de este medio” (SV X, 572). Aqui, se incluyen los propósitos y compromisos, las rupturas y nuevas adhesiones, los esfuerzos y mejoras que la persona se propone para perseverar en el bien y evitar todo Io que Ie es contrario. Es el momento de comenzar a ”pasar del amor afectivo al amor efectivo” (SV IX, 593). Así, la resolución practica se presenta como expresión del deseo de conversión continua, y para ser vivida con la practica de la justicia y de la caridad.
San Vicente advierte a sus cohermanos, en la ya citada Repetición de Oración del 10 de agosto de 1657: ”No es suficiente sentir buenos afectos. Es necesario dar un paso más y llegar a las resoluciones de trabajar, con todo interés, para adquirir esta virtud en el futuro, proponiéndola a practicarla y realizar sus actos. Este es el punto más importante y el fruto que no se debe quitar de la oración”(SV XI, 406).
Ejemplo [In 15,9-17/ Conferencia de San Vicente sobre la Caridad (SV XII, 260-276)).
- Hacerme más cercano a los pobres, ejercitándome en la gratuidad, la escucha, la compasión y la disponibilidad.
- Descubrir formas creativas y adaptadas de intervención en la realidad en que actúo, conjugando caridad y misión, servicio y evangelización, promoción humana y anuncio del Reino.
- lnvertir en la elaboración y ejecución de proyectos que correspondan a las necesidades y aspiraciones reales de las personas implicadas para cooperar en el cambio de las estructuras.
En la conferencia que dirigió a las Hijas de la Caridad, el 17 de noviembre de 1658, San Vicente sintetizo así su método de oración: ”Viendo la virtud, conocéis la estima que le es debida. Es porque no podemos conocer el bien como bien sin aficionarnos a él, ni el vicio como vicio sin detestarlo, por eso mismo, si fueran fieles a esta práctica, Dios les concederá la gracia de conocer y estimar el resultado. Y dirán: iOh, Qué hermoso!. qué bueno es amar la obediencia!. iQué bueno es servir a los pobres!. iEse es el espíritu que una buena Hija de la Caridad debe tener!. Al final de este segundo punto, pasaremos al tercero, que comprende las resoluciones” (SV X, 603).
En este tercer paso, puede ser útil también destacar una palabra, frase o versículo que, retomado a Io largo del dia, motive e ilumine la resolución.
P. Vinicius Teixeira Ribeiro, CM
Provincia de Río
Fuente: https://cmglobal.org/
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