ROMA (Reuters) – Dino Impagliazzo corta cebollas como un chef experto y hace una sopa de verduras, pero la mayoría de sus leales «clientes» no pueden permitirse comprar ni siquiera un pequeño pan.

A pesar de sus 90 años, Impagliazzo es conocido como el «chef de los pobres» de Roma.

Tres días a la semana, él y otros voluntarios de la asociación RomAmoR, que él fundó, recorren los mercados de alimentos y las panaderías en busca de las contribuciones de los comerciantes, que le ayudan a cumplir su anhelo de alimentar a los desamparados.

Todo comenzó hace 15 años, cuando un vagabundo en una estación de tren de Roma le pidió dinero para comprar un sándwich.

“Me di cuenta de que, quizás, en lugar de comprar un sándwich, sería mejor hacer algunos sándwiches para él y para los amigos que estaban allí, y así comenzó nuestra aventura», dijo.

Ahora los voluntarios de RomAmoR cocinan la comida los otros cuatro días de la semana y la sirven en varios lugares de la ciudad, sobre todo cerca de las estaciones de tren.

«Tratamos de involucrar a más y más gente para que Roma se convierta en una ciudad donde la gente pueda amarse, ¿sabes?», dijo, mientras preparaba la sopa en una cocina profesional. «Se trata de solidaridad.»

Los sábados por la noche, se instalan bajo un pórtico en las afueras de la Plaza de San Pedro para alimentar al creciente número de personas sin hogar que duermen en la zona, donde el Papa Francisco también ha abierto instalaciones médicas y sanitarias para ellos.

Impagliazzo, que una vez trabajó para el departamento de seguridad social de Italia, lanzó su misión de alimentar a los necesitados con un puñado de compañeros pensionistas.

Rápidamente pasaron de hacer sándwiches a preparar comidas calientes, primero en casa y luego en un convento, y el grupo cuenta ahora con 300 voluntarios, tanto jóvenes como mayores, y utiliza su propia cocina totalmente equipada.

Impagliazzo, que recibió un premio honorífico del presidente italiano Sergio Mattarella reconociéndole como «héroe de nuestro tiempo», nunca soñó que su iniciativa tuviera tanto éxito, o que generara tanta buena voluntad.

En una reciente noche de sábado cerca del Vaticano, cuatro voluntarios más se presentaron.

«Estoy feliz porque nunca le decimos a nadie ‘no te necesitamos esta noche'», dijo. «Se quedan entre nosotros».

Fuente: Reuters.com