Resumen del encuentro en Roma de los Superiores y Presidentes de la Familia Vicenciana

por | Ene 25, 2020 | Formación | 0 comentarios

En primer lugar, quisiera agradecer la confianza que el Comité Ejecutivo ha depositado en mí al pedirme que lleve a cabo esta revisión. Gracias a mis colegas de Estrasburgo, que me ayudaron a tomar notas durante las distintas charlas, trabajos de grupo y mesas redondas.

¿Qué ha querido decirnos el Señor a lo largo de estos días, a través de cada uno de nosotros? Antes de compartirles mi análisis de estos días, permitan que mi corazón hable, para expresar mi alegría al ver la movilización que ha generado este encuentro internacional, un acontecimiento histórico, tal y como lo presentó el padre Tomas, nuestro Presidente.

Este primer encuentro, que ha reunido a representantes de más de la mitad de las ramas de la Familia Vicenciana, es un gran paso en la vía de dotar de estructura a nuestra organización mundial, que se inició en 1995.

Somos unos 200 representantes los que hemos compartido estas jornadas aquí en Roma. Cada uno de nosotros, religiosos y laicos, cuando volvamos a nuestras organizaciones, sembraremos estas ideas compartidas para vivir nuestro carisma vicenciano.

Ahora que mi corazón ha hablado, como introducción, quisiera retomar una frase del papa Francisco durante la audiencia del miércoles por la mañana: «un creyente, y más aún un cristiano, debe tener un corazón abierto a la solidaridad».

Esto es lo que intentamos hacer cuando reivindicamos el carisma de Vicente de Paúl, Luisa de Marillac y los demás fundadores…

El fundamento de nuestro carisma no está en la defensa de los valores, sino en la aceptación de dejarnos mover por el Evangelio que llega a cada hombre y a toda la humanidad. Nuestro compromiso como vicencianos debe anunciar a nuestros contemporáneos la preocupación de Dios por las personas señaladas por la pobreza, la enfermedad, la fragilidad… Nuestro compromiso debe manifestar la dignidad de estas personas.

Esta dignidad no está ligada al desempeño individual, sino que debe tener en cuenta la historia, las relaciones, la dimensión familiar y social de la persona acogida.

Continuaré esta relectura abordando los diversos temas compartidos desde nuestra llegada: una prudencia audaz, una colaboración sólida, una comunicación indispensable, una planificación vocacional y, finalmente, el futuro del carisma.

1. En su intervención, el Padre Maloney nos recordó que el carisma requiere una prudencia audaz. Esta prudencia audaz alimenta un profundo amor a los pobres, un apego inquebrantable a Jesucristo y una confianza incondicional en la Providencia. «Atrévete a ser revolucionario, no prohíbas nada mientras el amor y el respeto por los pobres sigan siendo lo primero…»

He anotado tres puntos de reflexión sobre esta prudencia audaz:

  • ¿Es una llamada de Dios? ¿Sabemos cómo leer los signos de los tiempos?
  • ¿Nuestra acción da lugar a la esperanza? ¿Abre caminos de esperanza?
  • ¿Cuál es el valor añadido de lo que hacemos, comparado con lo que hacen los demás?

2. Después escuchamos lo mucho que el carisma requiere de una colaboración sólida, una colaboración inventiva que se abre a los sueños, ¡como nuestros mayores se atrevieron a soñar! Estos sueños tienen un efecto catalizador, impiden que el fuego de la misión se apague. Pero tengamos también en cuenta estos dos puntos de atención cuando se habla de la colaboración:

  • Tenemos que asegurarnos de que no haya una lucha de poder entre los diferentes actores,
  • Debemos evitar el aislamiento y, por lo tanto, unir fuerzas, manteniendo la identidad propia.

3. Con el trabajo de la Comisión de Comunicaciones de la Familia Vicenciana, hemos escuchado lo prioritario que es establecer una estrategia de comunicación, tanto interna como externa. Como Vicente de Paúl en su tiempo, somos invitados a multiplicar las oportunidades de comunicarnos y de vivir en nuestro tiempo, es decir, utilizando los nuevos medios de comunicación.

Estamos invitados a difundir la alegría del Evangelio utilizando las técnicas de información actuales. Las redes sociales son un medio para dar a conocer la Familia Vicenciana y su obra, y para promover la formación y la reflexión en relación con la doctrina social de la Iglesia.

Cuando el padre Joe presentó el festival de cine como una iniciativa maravillosa, dijo algo que recuerdo especialmente: «Las películas pueden ser parábolas para hoy día».

Sobre el tema de esta comunicación, aquí hay tres puntos de atención que vienen a mi mente:

  • ¿Se utilizan las redes sociales con respeto y empatía?
  • Los sitios web, ¿se actualizan regularmente? Es algo esencial para alimentar la comunicación.
  • Por último, las redes sociales parecen indispensables, pero no son un fin en sí mismas, sigue siendo una prioridad no olvidar nunca el contacto humano.

4. El carisma requiere una planificación vocacional adaptada.

Estamos llamados a invitar, a acoger, a escuchar con la misma consigna: la alegría, ser felices, amar nuestro mundo. Invitar contando nuestra historia personal. Nuestra llamada. Tenemos mucho que ofrecer como individuos, tales como

  • una cálida bienvenida
  • escuchar con la mente abierta y el corazón amoroso.

Esta planificación vocacional es vital en el proceso de atraer nuevos miembros a las diferentes ramas de la Familia Vicenciana.

Veo tres puntos de atención:

  • No vivir en la nostalgia del pasado
  • ¿El trabajo de la rama se realiza en red?
  • Hacerse presente, estar donde están los jóvenes de hoy.

5. Para las congregaciones, el carisma necesita una transmisión de las obras que sea creativa, reflexiva y dinámica.

La finalidad de esta transmisión es mantener la visión del carisma, permitir a los miembros de las congregaciones permanecer en la misión hasta el final. Esta transmisión requiere el abandono de la organización fundadora y el reconocimiento y la confianza mutua con los sucesores.

Puntos de atención:

  • Promover la formación en valores vicencianos para los diferentes participantes.
  • Garantizar la vitalidad y el respeto de los valores cuando los miembros fundadores ya no estén presentes.

Ayer se nos invitó a preguntarnos que hacer en los próximos años. ¿Qué sueño tenemos para el futuro del carisma?

Todo lo que voy a compartir con ustedes son algunos pensamientos que se han dicho aquí, en esta asamblea.

En la oración introductoria de la mañana, sor Mary nos compartió estas fuertes palabras: «Lo que el carisma será mañana depende de nosotros, de nuestro compromiso, de nuestro discernimiento de hoy».

El carisma está en constante evolución y adaptación. La única constante a lo largo de los siglos es: «la caridad de Cristo nos impulsa». ¡Así que el carisma está vivo! En mi opinión, de los diversos intercambios surgen cuatro vías, pero probablemente se podría encontrar alguna más.

— «De la colaboración a la comunión»

La colaboración entre las ramas, dentro y fuera de ellas, debe evolucionar cada vez más hacia la comunión. Hay que crear, tejer una red, un tejido en una sociedad en constante movimiento, en una sociedad sometida a la globalización y a la mundialización.

Todos somos expertos en nuestros campos, todos tenemos cualidades.

Tenemos en nuestras manos hilos de diferentes colores, texturas y tamaños. Uniendo sus hilos, tejiendo esta red, dibujamos el carisma vicentino y actuamos como una familia, tal como pidió el Presidente de la Sociedad de San Vicente­ de Paúl.

El momento adecuado para hacerlo es ahora, ¡es hoy!

Lo que hacemos, lo que vivimos en el presente, construye y prefigura el futuro. El mantenimiento del status quo no puede ser un objetivo en sí mismo.

— «El amor es inventivo hasta el infinito»

Para dar sustancia a esta exhortación, debemos usar nuestra imaginación, nuestras facultades creativas.

Necesitamos pasar de lo abstracto a lo concreto, de lo imaginado a lo real. De esta manera tendremos siempre un corazón abierto y atento a las nuevas pobrezas.

Es cuestión de preguntarse siempre cuáles son las respuestas. Esto requiere que definamos dónde posicionamos nuestros recursos y energías.

Responder a las nuevas formas de pobreza requiere también que cada uno de nosotros no esté en confrontación con los demás, dentro de la familia o con otras organizaciones. Se trata de saber cómo alegrarse por el bien que se está haciendo y por el reino de Dios que está avanzando.

— «La dignidad no es un concepto sino una acción, es una lucha»

Formar y aplicar el proceso de cambio sistémico una y otra vez, parece ser de suma importancia para el futuro. Realizar proyectos de servicio a los pobres en paralelo con una reflexión sobre los sistemas y las políticas es un futuro prometedor para el carisma. Eso es solidaridad con todos los hombres. Otra idea podría ser tener un plan de formación para toda la Familia Vicenciana.

— «Vivir el carisma permite crecer espiritual y humanamente».

Este camino se propone a cada uno de los que participan en la senda de Vicente de Paúl y Luisa de Marillac.

Aunque vivir el carisma no es un fin en sí mismo, ni una búsqueda de satisfacción personal, permite a cada uno hacerse las preguntas adecuadas, mover montañas, actuar con valentía y prever un futuro lleno de esperanza.

Conclusión

Servir corporalmente y espiritualmente fue la preocupación de Vicente de Paúl, de Luisa de Marillac y de sus seguidores, la preocupación de todos los vicencianos a lo largo de los últimos 400 años, de todos esos hombres y mujeres, que sor Bernadette enumeró ayer.

Servir física y espiritualmente, con celo, dulzura, simplicidad y humildad.

Terminaré mis observaciones con lo que escuchamos el primer día de nuestra reunión. La Familia Vicenciana del siglo XXI será —digo «será» y no «debe ser»— cada vez más colaboradora.

  • Será rica en toda su diversidad.
  • Será profundamente espiritual.
  • Ayudará al otro a encontrar en su lenguaje interior la esperanza que le permitirá comenzar de nuevo en la vida.
  • Se comprometerá resueltamente con el cambio sistémico y seguirá siendo profética en su amor por la creación.

Fracias por vuestra atención, no tengo ninguna duda de que nos volveremos a encontrar muy pronto para construir todas estas colaboraciones.

Sor Blandine Klien, SC

Etiquetas: FamVin2020Rome

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