La tercera jornada del encuentro de líderes de la Familia Vicenciana en Roma comenzó a las 8:15 de la mañana, con la eucaristía que celebramos en la parroquia de la Divina Misericordia, situada al lado del Agustinianum, donde se realizó el encuentro. A las 9 se iniciaban las ponencias y los encuentros que llenaron un día intenso y fructífero.

Sor Regina Hiavac, hija de la caridad, y Eduardo Almeida, de la Sociedad de San Vicente de Paúl, presentaron, en primer lugar, las reflexiones que toda la Familia Vicenciana está realizando sobre la creación de una cutura de vocaciones en el carisma vicenciano. Acto seguido, un panel de diálogo formado por sor Veronika Hausler, SC, Denise el-Khoury, James Walters y Astor Rodríguez, CM, nos permitió conocer algunas experiencias personales y pistas para el desarrollo de la cultura de vocaciones.

Tras la comida, se volvieron a iniciar los encuentros a las 3 de la tarde: el hermano de la caridad René Stockman hizo una presentación sobre la trasmisión de instituciones dentro del carisma vicenciano, una cuestión que preocupa a diversas congregaciones debido al descenso de las vocaciones propias y al deseo de conservar el carisma en las mismas, entregándo la gestión a otras instituciones o personas dentro de la Familia Vicenciana.

Los trabajos de la tarde finalizaron con otras tres muy interesantes presentaciones:

1. Un video de la obra de Taizé y su relación con el carisma vicenciano, presentando una solicitud de la comunidad ecuménica de Taizé de tener una presencia vicenciana permanente en su centro.

2. Una presentación del proyecto en curso del misal vicenciano, que reúna a todos los santos y beatos de nuestra gran familia, a cargo de sor Bernadette Miller, HC.

3. Una presentación del trabajo que se está realizando en los Países Bajkos sobre la exposición del carisma vicenciano desde una perspectiva seglar, que hicieron Marieke van de Ven, Jos Roemen y Hernike van Riel.

La apretada jornada terminó casi a las 7 de la tarde, con la urgencia de tener que irnos a esa hora del Agustinianum… porque nos cerraban las puertas.