Hay un ejercicio de oración que invita a los que rezan a imaginarse a sí mismos dentro de algún escenario o escena del Evangelio y, desde allí, dejar volar su imaginación. Justo esta semana, el papa Francisco propuso una escena así: el pesebre de Navidad; los ángeles, pastores y reyes reunidos alrededor del establo, y los padres en el pesebre inclinados sobre el niño que estaba allí, brillando con la gloria de Dios.
Dejando volar su imaginación, el papa mira a los tres Reyes Magos y piensa en los diferentes creyentes que han recorrido un largo y duro camino para llegar a la fe. Se pone en el lugar de los pastores y los ángeles y, así, escucha la llamada a salir y llevar esas buenas noticias, para comunicar la maravillosa Buena Nueva de la llegada de Dios al mundo.
Pero luego plantea otro escenario de pesebre. Francisco recuerda una costumbre en muchas culturas en las que, en el transcurso de la temporada navideña, los niños de la familia añaden pequeñas cosas al establo. Podría ser una muñequita, alguien que acompañe a Jesús. O un soldado de juguete para protegerlo, o algo verde para alegrar las cosas, o un perro de plástico para mezclarse con los animales. El papa sugiere que estos extras podrían representar los artículos adicionales que cada uno de nosotros podría colocar en este escenario y así traer más color y significado a su representación en el mundo de hoy.
Y así, podría yo en mi imaginación colocar algún talento mío allí, sobre la paja, para estar al servicio del Niño.
- Podría ser el don de escuchar, el talento de permitir que el mundo interior de otro salga de su escondite por la atención que le doy.
- O tal vez el don de la compasión: comunicar a otro que realmente compartimos su dolor.
- Podría colocar allí algún símbolo de generosidad, digamos que una contribución extra que doy a una caridad.
- Podría insertar algún símbolo que represente dar tiempo extra, por ejemplo para visitar a un pariente enfermo, o para enseñar inglés a un inmigrante.
Colocar imaginativamente resoluciones y acciones alrededor del pesebre es un ejercicio de oración que puede acercarnos a lo que está sucediendo allí. Es Dios entrando y tomando nuestra humanidad. Es el Padre todo compasivo que comparte a su Hijo, que viene a nuestro mundo como uno de nosotros. ¿Cómo podríamos llenar esa historia para nuestro propio día a día?
De pie alrededor del establo de Belén, ¿qué tipo de acciones útiles y palabras de aliento podríamos agregar a la imagen? ¿Con qué tipos de servicios podríamos contribuir a la escena? Y particularmente para nosotros en la Familia de Vicente, ¿qué símbolos de servicio a los pobres de Dios podríamos poner a los pies del Niño?
Esta pesebre desprende muchos matices y asociaciones, y evoca innumerables y ricos recuerdos. Tomar algunos de ellos en nuestra oración de Navidad y mezclarlos con actitudes y acciones que continúen la historia hoy en día es tomar ejemplo de esos niños ingeniosos a través de los siglos. Es añadir nuestras piezas personales a este pesebre, insertar algo autobiográfico en este relato evangélico.
Al hacerlo, tejemos nuestras propias historias mucho más estrechamente con los temas vivificantes de esta historia de Navidad. Dejamos que la santidad y la maravilla de la misma florezcan de nuevo en nuestro lugar y tiempo.
¿Qué podría colocar yo alrededor de ese pesebre?
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