En enero de 2020, Roma acogerá el encuentro de Superiores Generales y Presidentes de la Familia Vicenciana. Continuamos con nuestra serie de entrevistas a los protagonistas, con la siguiente entrevista con sor Beatrix Han, Superiora General de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Suwon (Corea del Sur).
¿Cómo y cuándo tuvo lugar su fundación?
El 25 de marzo de 1841, las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Paderborn fueron fundadas por el Obispo Friedrich Klemens, de la Diócesis de Paderborn (Alemania). Tras el Concilio Vaticano II, que infundió espíritu misionero a la Iglesia, la comunidad de Paderborn envió a tres hermanas misioneras a Suwon (Corea del Sur), donde se necesitaba desesperadamente atención médica, después de la Guerra de Corea. La llegada de tres hermanas el 8 de enero de 1965 marcó el comienzo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl en Corea.
En 1990, habiendo crecido la capacidad de gestionar su misión en Corea por parte de los miembros locales, la congregación se preparó para permitir que la región de Suwon se independizara de la comunidad de Paderborn. Como resultado, el 21 de junio del mismo año, tuvo lugar la fundación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Suwon, que ahora son de Derecho Diocesano.
En 2005, después de 40 años de hacer su servicio en Corea y como gesto de devolver lo que habíamos recibido de la comunidad alemana, abrimos misiones en Myanmar y Bangladesh. Ahora, también tenemos una casa de formación y misión internacional en Filipinas y una enfermería para los ancianos migrantes coreanos en Denver (Estados Unidos).
In 2005, after 40 years of doing their service in Korea and as a gesture of returning what we had received from German community, we opened missions in Myanmar and Bangladesh. Now, we also have international formation house and mission in the Philippines and an infirmary for Korean migrant elderly in Denver, the U.S.
¿Cómo refleja su Congregación el carisma vicenciano?
De acuerdo con el espíritu de san Vicente, más de 200 miembros de la congregación están llevando a cabo nuestras misiones en muchos lugares diferentes, sirviendo a enfermos y marginados. Hemos estado trabajando en el Hospital de San Vicente desde su creación en 1967. Ahora, el hospital juega un papel fundamental para conectar a las personas que están dispuestas a compartir sus recursos con aquellos que los necesitan. El Centro de Educación Pastoral Clínica, el Pabellón de Hospicio, el Centro de Voluntarios, LA Sociedad de San Vicente de Paúl entre los empleados, la Oficina de Bienestar Social y una docena de capellanes asistentes proporcionan un cauce para ello dentro del hospital. Además, la clínica de Ansan St. Vincent, un hospital de caridad principalmente para trabajadores inmigrantes, y muchos otros hospitales donde trabajamos como capellanes asistentes, son donde practicamos la caridad a la manera transmitida dentro de la tradición vicenciana. Además, contamos con varios albergues para atender a quienes necesitan nuestra ayuda de diferentes maneras: uno para ancianos, otro para madres solteras, otro para niños menos afortunados, otro para familias multiculturales, etc.
La colaboración con los seglares es esencial para realizar estos trabajos en el espíritu vicenciano. En un esfuerzo por hacer la colaboración más organizada y efectiva, la congregación lanzó la Asociación Laica de Caridad de San Vicente de Paúl en 2015. Junto con esto, las Damas de Santa Luisa y la Juventud de San Vicente son las organizaciones donde se da testimonio de la formación mutua entre laicos y religiosos mientras sirven desde hace más de dos décadas.
Esperanzas y expectativas para el carisma vicenciano a medida que nos acercamos a la reunión de los líderes de la Familia Vicenciana, programada para enero de 2020, en Roma.
Queremos ver a la Familia VIcenciana interactuar más vívidamente dentro y fuera de sus círculos, para poder:
- fortalecer la solidaridad internacional y la colaboración entre las ramas de la Familia Vicenciana;
- revivir la vida religiosa como vicencianos, a través de la experiencia tangible de estar juntos en la Familia Vicenciana, lo que permitirá que nuestro carisma compartido sirva no sólo como guía para discernir en qué apostolado debemos enfocarnos más, sino también como fuente de la que se puede extraer la alegría de ser religiosos;
- mejorar la formación vicenciana de religiosos y laicos;
- estar a la vanguardia del movimiento ecologista en todo el mundo, para minimizar los daños causados por el cambio climático y proteger a los pobres, que son los más afectados por la catástrofe.
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