Misioneros Vicentinos: 175 años peregrinando en México

por | Nov 4, 2019 | Noticias, Oficina de la Familia Vicenciana | 2 Comentarios

El 4 de noviembre de 1844, procedentes de España, desembarcaron en Veracruz 11 Hijas de la Caridad que un grupo, encabezado por el Dr. Manuel Andrade, había conseguido hacer venir. Llegaron con ellas, en calidad de directores, los PP. Buenaventura Armengol y Ramón Sanz, Misioneros Vicentinos. El propósito inicial era que las Hijas de la Caridad atendieran centros de beneficencia y la enseñanza escolar de multitud de niñas pobres y huérfanas.

El 4 de enero de 1845 el Presidente de la República, José Joaquín Herrera, ratificó el permiso de entrada de las Hermanas, con derecho a recibir y abrir fundaciones.

El 8 de marzo se hacían cargo del hospital de San Juan de Dios en la ciudad de México y en octubre ~ noviembre del año siguiente abrían una escuela pública y un colegio en Silao, Gto.

Los Misioneros Armengol y Sanz, por su parte, muy pronto descubrieron que los ministerios de la Congregación de la Misión tenían un gran campo de acción, más allá de la dirección de las Hijas de la Caridad.

Los Obispos de la Cd. de México, Puebla, Michoacán, Guadalajara y Querétaro pedían misioneros para la formación en los seminarios y para las misiones en los pueblos.

El P. Armengol, en carta al P. General Jean- Baptiste Etienne de diciembre de 1844, resumía así su esperanza para el futuro de la Congregación en México: “La cosecha es inmensa”.

A partir de 1845 comenzaron a llegar refuerzos de España, Francia, Italia, misioneros que serían los verdaderos fundadores de la Provincia.También van surgiendo vocaciones, en 1846 se abre el Seminario Interno para formar a los candidatos en el espíritu de la Congregación. A siete años de llegados los primeros misioneros, en 1851, había ya 17 noviciosy 10 Hermanos mexicanos. En total, la Provincia contaba con 42 miembros. Y ya con este buen grupo de obreros, da comienzo la misión.

El primer ministerio que se pidió a la Congregación fue la dirección de Seminarios Diocesanos. De esta manera, las primeras fundaciones de la Provincia fueron las del Colegio Clerical de Belén, en Puebla (1846) y la del seminario~colegio de Nuestra Señora de la Luz en León, Gto. (1847). Después vendrían muchos más. La Provincia sirvió a la Iglesia de México en este ministerio por todo un siglo, hasta 1944.

Muy pronto también comenzó el trabajo misionero, al que la Provincia le ha dedicado, hasta hoy, sus mejores esfuerzos. La primera misión se predicó en 1852 en Tetepango, Hgo., del Arzobispado de México,; la segunda en Santa Ana Chiautempan, Tlax., del Obispado de Puebla, en 1852-53. En su tiempo se escribió de esta misión que fue “una de las más fervorosas y admirables que haya podido contemplar el suelo mexicano”.

Y éste era sólo el comienzo de un gran recorrido misionero por todo el país, de norte a sur, por rincones remotos de nuestra geografía. Recorrido que ha durado, gracias a Dios, 175 años. Aún es posible encontrar en pequeñas iglesias lejanas o en grandes parroquias urbanas, cruces o placas que dan testimonio de una misión vicentina. En muchos lugares es posible encontrar imágenes de San Vicente o de la Virgen de la Medalla Milagrosa, o pequeñas obras de asistencia, que son signos del paso fecundo de los Misioneros, quienes fueron verdaderos héroes del Evangelio, hombres de un gran celo apostólico y fidelidad al espíritu de la Congregación. Como botón de muestra, transcribo parte de un testimonio sobre el P. Petul, gran misionero de la Península de Yucatán:

“Descubrí su cadáver a las 8 a.m. del domingo 13 de enero de 1958. Sobre una pobre y vieja hamaca, en aquel cuarto sombrío y pobre yacía el más viejo de la Provincia, el P. Petul. Se había muerto sano, se apagó como una vela que no tiene más pabilo que quemar ni más cera sobre la que arder.

Llevaba unos años de inocencia, una embolia le había quitado parte de su lucidez. Era inocente como un niño. Contaba sus anécdotas como quien cuenta algo que ha visto sin pertenecerle. Sonreía sin decir jamás, en el tono de los conquistadores, sus proezas misioneras, presenciadas por la silenciosa selva. Sus sermoncitos estaban escritas en lengua maya, un idioma oscuro para nosotros pero que, a decir de los que lo leyeron, tenían la furia elegante de un idioma resucitado.

Con frecuencia pienso en la palabra santo. Jamás oí del Padre Petul que hubiera transgredido las Constituciones de la Pequeña Compañía. Hablaban, por el contrario, con admiración y cariño de su obediencia, humildad, docilidad. Jamás oí cosa extraordinaria de él, milagros o portentos, sino la sencillez de su vida gastada en el ir y venir en busca de las almas escondidas y desnutridas de la selva del Mayab.”

¡Dios bendiga a tantos misioneros que han construido el Reino en estas tierras mexicanas!

(Datos tomados del libro “Nuestros Orígenes y Peregrinar”, del P. Juan José Muñoz, C.M.)
Fuente: Evangelio y vida, número de septiembre/octubre de 2019

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2 Comentarios

  1. ROSALINDA GUEMES RIOS

    Gracias a FAMVIN, por compartirnos tan interesante historia, actualmente hay obras CDMX. que perseveran desde aquel entonces en LA CIUDAD DE México, COMO ES EL CENTRO STA, MA. DE Guadalupe LA VILLA, Y EN LA COLONIA TACUBA de la misma ciudad. Con testimonios que nuestra presidenta Nacional, Guillermina Vergara Macip, ha recopilado.
    AIC MEXICO.

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  2. Jorge Santiago Alanis Almaguer

    Pertenezco a la comunidad de la Parroquia de San Vicente de Paúl en La Fama Santa Catarina N.L. Y estoy elaborando el libro con la historia de los 60 años del decreto de elevación como Parroquia . Me interesa tener el libro del P.P. Juan José Muñoz C.M. “Nuestros orígenes y peregrinar” , favor de indicarme cómo adquirirlo

    Responder

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