La Primera Vicenciana que recibe el orden sacerdotal: Rev. Claire Lockhart, Hermana de la Caridad Anglicana; Durham, 1994. Reino Unido
«En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni ciudadano, ni hombre ni mujer. Todos somos uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3,28)
En la víspera de la fiesta de San Vicente, el 26 de septiembre de 2019, a dos millas de donde partió el barco Mayflower hacia los Estados Unidos en 1620, en el puerto de Plymouth, Reino Unido, celebramos el 150º Aniversario de las Hermanas Anglicanas de la Caridad (una rama de la Familia Vicenciana). Una de las Hermanas es ministra ordenada de la Iglesia Anglicana de Inglaterra (C de E); la reverenda Claire Lockhart.
La Reverenda Claire es nuestra primera mujer ordenada presbítera en la Familia Vicenciana.
Claire dirige la parroquia de San Pedro en la Isla de Lewis, Escocia (http://www.argyll.anglican.org/wp-content/uploads/2013/06/St-Peters-profile.pdf), las mismas «Islas Occidentales» a las que san Vicente envió a dos sacerdotes de la Congregación de la Misión de habla gaélica, Duggan y White, en 1654, para rescatar a los isleños católicos de las consecuencias de la Reforma Protestante. Uno se pregunta si la creencia declarada de Vicente en la lectura de los signos de los tiempos estaría hoy, sonriendo y asintiendo, de acuerdo con la creencia de Clara de que su ministerio como presbítera se ve fortalecido por su fuerte y central carisma vicenciano.
Hoy día, 5.690 mujeres sacerdotes en la C de E ministran de diversas maneras, incluyendo parroquias y capellanías, más en la Iglesia de Irlanda, la Iglesia Episcopal Escocesa, la Iglesia de Gales y, por supuesto, la Comunión Anglicana. La actual obispo anglicano de Londres, instalado en 2018, es la ex enfermera Sarah Mullally, casada y con dos hijos.
La reverenda Claire me dijo: «La vida religiosa consagrada forma parte de la realización de mi vocación bautismal. La llamada al sacerdocio vino después. Mientras trabajaba como capellán de un hospital, sentí una profunda necesidad de ofrecer el dolor y el sufrimiento de la gente sobre el altar. Me influenciaron los escritos de Santa Teresita de Lisieux y un libro de Dom Columba Marmion, «Cristo, la Vida del Sacerdote». De alguna manera también hice la conexión a través de la naturaleza dual del Carisma Vicenciano. Mientras Vicente y Luisa de Marillac abren nuevos caminos para enviar a las jóvenes al ministerio activo más allá del claustro, creo que no es imposible que él entendiese y promoviese la idea del clero femenino».
Mi propia vocación es la de la vida familiar laical, viviendo el carisma vicenciano, diciendo la verdad al poder, como activista por la justicia social. Escribo para abogar por la ordenación de aquellas mujeres que disciernen el sacerdocio como su vocación. Como la Hna. Joan Chissiter, OSB, «llegué al feminismo a través de la fe».
No soy ni la primera ni la última vicenciana en hacerlo. En 2008, sor Louise Lears, una Hermana de la Caridad de Cincinnati, fue removida de todos los ministerios de la iglesia en St. Louis, Missouri, por el arzobispo Raymond Burke, porque había asistido a una ceremonia de ordenación de mujeres. El mismo arzobispo se está rebelando activamente contra el papa Francisco por la transformación humanitaria y radical de nuestra Iglesia. (Ref. Informe Global Sisters (GSR))
Sr. Theresa Kane, presidenta de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, se dirige al papa Juan Pablo II el 7 de octubre de 1979, en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, durante la visita del papa a los Estados Unidos, con las siguientes palabras: (Cortesía de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas)
«Nuestra contemplación nos lleva a afirmar que la iglesia, en su lucha por ser fiel a su llamada a la reverencia y a la dignidad de todas las personas, debe responder ofreciendo la posibilidad de que las mujeres, como personas, sean incluidas en todos los ministerios de nuestra iglesia. Le insto, Su Santidad, a que esté abierto y responda a las voces que vienen de las mujeres de este país que están deseosas de servir en y a través de la iglesia como miembros de pleno derecho»
Pocos días antes, en un discurso ante una audiencia de religiosos y religiosas de Filadelfia, Juan Pablo II había reafirmado la prohibición de las mujeres al ministerio presbiteral, diciendo que un sacerdocio exclusivamente masculino «era el camino que Dios había elegido para pastorear su rebaño». (GSR).
No hay una base teológica para un sacerdocio exclusivamente masculino.
No había sacerdotes cristianos en tiempo de Jesús. Había apóstoles varones, viviendo sus vidas como nosotros, en el servicio apostólico de los más vulnerables de la sociedad.
En 2019, el papa nombró a varios laicos y líderes de órdenes religiosas para puestos en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. La vicenciana, sor Kathleen Appler, de las Hijas de la Caridad, es una de ellas. A pesar de su título, este cuerpo había sido anteriormente sólo masculino (https://www.globalsistersreport.org/news/trends/pope-names- women-full-members-congregation-religious-56320)
- ¿Debemos contentarnos con que se abra un poco la puerta a la participación de las mujeres en el liderazgo de la Iglesia?
- ¿Qué podemos hacer para empujar esa puerta con más fuerza, para que los talentos y atributos de las mujeres sean plenamente utilizados en beneficio de todos?
Después de todo (citamos como nuestro carisma central vicenciano) «la humanidad fue creada como reflejo de Dios: a imagen y semejanza de Dios, Dios los creó, femenino y masculino, Dios los creó». Génesis 1,27
Dee Mansi es seglar, miembro de AIC, de la Comisión de Colaboración Vicenciana, del Comité Ejecutivo de la Familia Vicenciana y de la Asamblea de DePaul; Directora de escuela jubilada, inspectora de escuelas y profesora de liderazgo en educación. Dee es irlandesa, vive en Londres con su marido y su hijo, y viaja por Europa y por todo el mundo.
Las opiniones expresadas en este artículo son excusiva responsabilidad de su autora.
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