Durante el año 2014, el Consejo Nacional de Brasil (CNB) de la Sociedad de San Vicente de Paúl propuso que todos los vicentinos reflexionaran sobre el tema «Misioneros en la Caridad». Fue tema preferente en las reuniones de las Conferencias y los Consejos durante dicho año, en las lecturas espirituales y en las capacitaciones que se realizaron tanto para vicentinos como para asistidos.
Esta propuesta de reflexión aborda dos importantes vertientes del trabajo vicentino: el aspecto misionero y el aspecto caritativo. Ser caritativo y ser misionero son, en realidad, condiciones fundamentales para que los consocios puedan ser proclamados vicentinos y tener así la ocasión de hacer visitas domiciliarias a las personas humildes.
No podemos confundir «misioneros en la caridad» con «misioneros de la caridad». Las dos preposiciones (en y de) pueden parecer sinónimas, pero tienen sentidos diferentes. Misioneros de la caridad transmite la idea de que nosotros, vicentinos, somos «representantes de la caridad», y por ello, en calidad de misioneros, desarrollamos un papel social y espiritual. Sin embargo, misioneros en la caridad señala un mayor sentido de pertenencia, es decir, no somos meros representantes de la caridad, sino que estamos tan involucrados en ella que nos consideramos «dentro» de ella. «Misioneros en la caridad» suscita empatía, participación, comunión, compromiso e inserción.
El espíritu misionero mueve a todos los consocios, encendidos por la caridad, a dejar el confort de sus hogares para desplazarse semanalmente a las reuniones de las Conferencias, a las visitas y a las celebraciones eclesiales. Este primer paso, que puede parecer trivial para muchos, no siempre se da. ¿Cuántas personas nunca hicieron un acto de fraternidad, o van a la Santa Misa solo en los bautizos o funerales? Por lo tanto, la primera etapa de la práctica del «fuego misionero» comienza en el «levantarse» y en la disponibilidad de tiempo y de talento para la causa vicentina.
Otro aspecto misionero que no podemos olvidar es el que tiene que ver con la familia. Si no defendemos a la familia «con uñas y dientes», de nada vale ser misionero. Gran parte de los problemas existentes hoy en día en la sociedad civil (violencia, crímenes, drogas, corrupción, materialismo, egoísmo, etc.) provienen de la destrucción de la familia. Combatamos esta tendencia secular adoptando el modelo de la Sagrada Familia (José, María y Jesús).
Otro elemento fundamental para la práctica del espíritu misionero es saber evangelizar, no solo llevando la Palabra de Dios por medio de la lectura de los Evangelios en las visitas domiciliarias, sino también por medio del testimonio vicentino. Los asistentes nos observan siempre y necesitamos ser, para ellos, ejemplos de valores cristianos y humanos.
Todas estas etapas solo podrán llevarse a cabo con efectividad si la caridad está en el corazón del fiel. La caridad nos mueve. Es ella quien todo lo perdona y todo lo soporta. Por ella somos atraídos a la obra de Cristo y al amor fraterno, hacia los hermanos que sufren. Sin ella, dejamos de ser «misioneros» para ser meros «activistas sociales».
Ser misionero en la caridad es adoptar la misma postura fuera o dentro de la Sociedad de San Vicente de Paúl, a la hora de la visita o fuera de ella; es decir, es un estilo de vida que atraviesa todas las dimensiones del ser humano. Toda esta reflexión solo tendrá éxito si hay también una gran revitalización en las unidades vicentinas, con creatividad, caridad y espíritu misionero.
Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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