Antonio Federico Ozanam (uno de los cofundadores de la Sociedad de San Vicente de Paúl), por su inquieta y excelente reflexión sobre el trabajo, el capital y las relaciones profesionales, es considerado uno de los más brillantes precursores en el siglo XIX de la Doctrina Social de la Iglesia, consolidada por el papa León XIII en la encíclica «Rerum Novarum»[1].
Sus artículos, publicados en los periódicos de la época, fueron —a veces— la única voz que se alzó en defensa de los menos favorecidos. Ozanam estaba tan preocupado por el tema que llegó a fundar, en 1848, un periódico, en unión con el P. Lacordaire y otros compañeros, llamado «La Nueva Era», en el que presentaba sus posicionamientos sociales.
Por Doctrina Social de la Iglesia se entiende el conjunto de enseñanzas católicas contenidas en numerosas encíclicas y documentos papales que definen principios, criterios y directrices sobre la organización social y política de las naciones, con el objetivo de construir una sociedad justa y fraterna por medio de la vivencia del Evangelio[2]. En otras palabras: la lucha por la justicia social en una sociedad llena de desigualdades, falta de valores y obsesionada por el dinero.
Muchos vicentinos pueden estudiar y conocer las bases de la Doctrina Social de la Iglesia cuando participan en encuentros de formación. A partir de ahí, toman gusto por el tema y empiezan a interesarse por los documentos de la Iglesia, por artículos especializados, por investigaciones en Internet y por reflexiones sobre la materia. Muchos de esos vicentinos ni sabían que Ozanam había sido uno de los precursores de esta Doctrina.
La Doctrina Social de la Iglesia está muy en sintonía con los deseos de todos los miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl, pues estos no aceptan la pobreza y quieren que todo ser humano esté feliz, realizado, sea económicamente independiente y con una sólida fe en Cristo. Los vicentinos buscan un mundo en que los excluidos sean los primeros, no los últimos, y eligen estar al lado de esos hermanos más humildes, en unidad con ellos. Los vicentinos son eternos indignados con la situación de opresión y de miseria, no limitándose a aliviar la pobreza con cestas básicas o prendas de vestir.
La Regla Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl, en su capítulo 7, es muy clara al defender que «los vicentinos sueñan con una sociedad más justa, donde se fomenten los derechos, responsabilidades y desarrollo de todas las personas»[3]. «Los vicentinos están comprometidos a identificar las causas raíces de la pobreza y a contribuir a su eliminación. En todas sus acciones caritativas, debe existir una búsqueda de la justicia»[4]. Vemos, pues, que el Reglamento Vicentino se ajusta perfectamente a la Doctrina Social de la Iglesia.
La Familia Vicenciana, de la que forma parte la Sociedad de San Vicente de Paúl, lleva años desarrollando el Proyecto denominado «Cambio Sistémico», que pretende sacar a los miserables de la situación en que se encuentran, generando empleo y trabajo, para que, con recursos económicos propios, los pobres puedan alimentarse, vivir con salud, estudiar y, de esta forma, conseguir trabajo que los libere de la humillante situación de mendigos. Este proyecto está completamente inserto en los fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia, pues estimula, por medio del trabajo, la realización social de hombres y mujeres, hijos de Dios, especialmente de los pobres, los predilectos del Señor.
[1] Publicada en 1891.
[2] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2419ss.
[3] Regla Internacional, capítulo 7, 2.
[4] Regla Internacional, capítulo 7, 1.
Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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