Mientras disfrutamos de otro verano de relax y diversión, también puede que sea un tiempo donde nos alejamos de muchas de nuestras reuniones regulares y otros compromisos programados, cuando podemos evaluar lo que hemos hecho hasta ahora este año y cómo podemos mejorar estas acciones en la temporada de otoño.
La falta de vivienda es, sin duda, un tema que escuchamos y hablamos mucho en el mundo actual, ya que hay muchas ciudades en América del Norte que están tratando de hacer de la necesidad de viviendas asequibles y seguras un componente importante en su planificación futura. La difícil situación de las personas sin hogar o en riesgo de quedarse sin hogar debe ser parte de cualquier diálogo sobre soluciones a la falta de tales viviendas.
Cuando pensamos en la falta de vivienda, ¿cuáles son las imágenes que primero nos vienen a la mente? Es probable que todos hayamos visto a quienes recurren a algún tipo de mendicidad callejera con diversos letreros pidiendo ayuda. Es fácil encontrar personas en nuestras ciudades más grandes que están acurrucadas en una puerta, debajo de un puente o en una esquina de la calle, a menudo sentadas allí con su taza vacía buscando alguna moneda que los transeúntes les puedan ofrecer. También debemos recordar a aquellos individuos y familias que están en riesgo de quedarse sin hogar, quizás dentro de un mes o dos; y recordar a quienes viven en viviendas de calidad inferior.
A medida que intentamos abordar las necesidades inmediatas de las personas sin hogar, creo que es esencial entablar un diálogo con las personas sin hogar. Esto puede ser simplemente detenerse a saludar y escuchar por qué una persona no tiene hogar. Con suerte, existe una oportunidad más sustancial para conocer y escuchar a las personas sin hogar o que viven en situaciones precarias que pueden conducir rápidamente a la falta de hogar. Es importante buscar y encontrar a los más vulnerables y entablar debates que nos permitan tomar medidas que puedan tener un efecto positivo en la falta de vivienda. Siempre debemos adoptar un enfoque holístico para estos compromisos con la consideración dada a la dignidad humana y al bienestar general de cada persona.
Sobre el autor:
Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es ex-presidente del Consejo Regional de Ontario de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Actualmente es presidente del Comité Nacional de Justicia Social de la Sociedad en Canadá. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.
Las opiniones expresadas son las del autor y no representan oficialmente las de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
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