Reconocer a Jesús en la fracción del pan, hoy

por | Abr 27, 2019 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

Reconocer a Jesús en la fracción partimiento del pan (Lc 24,30-35)

Lo reconocieron más en lo que hizo que en lo que dijo.

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Les comunicarona los discípulos: «… lo que había ocurrido en el camino hacia Emaús, y cómo se les había dado a conocer al partir el pan».

Me he preguntado, quizás por primera vez, por qué la fracción del pan les abrió los ojos, más que el hecho de verlo y escucharlo a lo largo del camino.

Es curioso que no lo reconociesen. Aún más curioso que llegaran a conocerlo de esta manera particular: partió el pan y lo conocieron. ¡Qué asombrosa fuente de revelación! ¡Obviamente, sus acciones hablaban más poderosamente que sus palabras!

O tal vez no fue tan extraño, después de todo.

¿Por qué le reconocieron en la fracción del pan?

¡Cuántas veces lo habían visto partir el pan!

  • Demolió la ira de la élite religiosa debido a sus costumbres dietéticas.
  • Comió con pecadores y recaudadores de impuestos, en violación de los tabúes sagrados de su época.
  • Cuando la multitud lo estuvo escuchando con entusiasmo durante un largo día, se negó a mandarlos a casa hasta que hubieran sido alimentados.
  • Sus seguidores lo vieron tomar el almuerzo de un niño pequeño, dos peces y cinco panes, bendecir este alimento, partirlo y luego distribuirlo a una multitud de miles de personas.
  • En la víspera de su crucifixión, Jesús había insistido en comer la cena de la Pascua con sus discípulos. Después de la cena, en la que iba a ser su última comida con ellos antes de su muerte, una vez más partió el pan con ellos diciendo: «Este es mi cuerpo». Compartió la copa con ellos y comparó el vino con su sangre, que pronto sería derramada.
  • En realidad, les había enseñado a sus discípulos que cuando alimentaban a prójimo que tenía hambre, era como si se lo estuvieran haciendo a él.

Estos episodios estaban entre algunos de los recuerdos que estos discípulos llevaron con ellos a la mesa en Emaús. Tal vez no sea tan extraño que lo reconocieran en acción.

Este evento en un domingo, en Emaús, es un evento único de revelación.

Ha sido el testimonio de los siglos de que no solo los devotos lo reconocen nuevamente, sino que también que todo el mundo lo reconoce cuando el pan se fracciona.

El mismo Jesús describe la absoluta sorpresa de los justos en el fin de los tiempos, los que preguntan: “¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos?” Y el rey responderá: “De cierto te digo, cuando lo hiciste con uno de los estos, más quepeqños que yo, a mí me lo hicisteis».

Con sus propias palabras, recordó a sus amigos: «Haced esto (lávaos los pies unos a otros) en memoria mía». Él todavía nos llama hoy y nos juzga cuando no respondemos en su nombre.

¿Nuestras acciones ayudan a la gente a reconocer a Jesús?

Como escribieron sus primeros seguidores:

  • Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? (Santiago 2,15-16)
  • Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? (1 Juan 3,17)

Lucas contó la historia en su evangelio «de todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar» (Hechos 1,1), pero se necesitaba un volumen completamente separado, el libro de Hechos, para contar cómo Cristo continuó haciendo y enseñando estas mismas cosas a través de su segundo cuerpo: la iglesia.

Al salvarnos, Cristo nos está incorporando a sí mismo. Nos convertimos en personas en Cristo. Nos convertimos en su nuevo cuerpo: el cuerpo de Cristo.

La iglesia puede predicar el amor de Dios con gran elocuencia; sin embargo, no hay elocuencia tan persuasiva como la que se expresa cuando el pueblo de Dios, como cuerpo de Cristo, alimenta a los hambrientos en este mundo. Cristo se identifica plenamente con las necesidades de ellos.

Todo esto debería tener mucho sentido para los vicencianos. Vicente nos enseñó a hacer, y después enseñar. Él nos enseñó a alimentar al olvidado TANTO espiritual COMO físicamente.

“¡Haz esto en memoria mía!” – Acción vicenciana hoy

  • ¿La gente nos reconoce por nuestras acciones al partir el pan con ellos?
  • ¿Cómo de bien alimentamos a los que están físicamente hambrientos hoy?
  • ¿Cómo de bien alimentamos a los que están espiritualmente hambrientos hoy?

Esta reflexión se basa en gran medida de una reflexión de Clyde Tilley

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