Mi familia, ¿santa?
¿Es tu familia perfecta? Sospecho que tienes personas favoritas y otras algo menos. Tus santos y tus pecadores. Alguien dijo recientemente: “¿Hay alguna parte de la vida moderna más desordenada, más llena de problemas y vergüenzas, y sufrimiento real que la familia? Sin embargo, ¿no están muchos de nuestros mejores recuerdos asociados a nuestra familia?»
Este pensamiento me atrapó cuando celebraba la fiesta de la Sagrada Familia. Me recordó la herencia de santa Luisa y san Vicente. Vicente creció en una familia ordinaria. Luisa creció en una familia abandonada. Ella era la hija ilegítima de Luis, un noble influyente. Sabía que ella era su hija que, sin embargo, por las costumbres sociales de su clase, no podía casarse con su madre ni reconocer a su hija legalmente. Vicente, por otro lado, venía de padres campesinos comunes. Pero, al menos en una ocasión, se negó a recibir a su padre porque se sentía avergonzado de él.
Es interesante cómo esto hace eco a San Pablo escribiendo a los corintios (1 Cor 1, 26-27):
«¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte».
Hoy provenimos de diversas formas de hogares paternos… «tradicionales», padres y madres solteros, sin hijos, etc. Pareciera que no hay una respuesta correcta o incorrecta cuando se trata de cuál es el mejor tipo de estructura familiar. Sin embargo, mientras una familia esté llena de amor y apoyo mutuo, esta tiende a tener éxito y prosperar. Deberíamos preocuparnos si nuestra familia es de la que llamamos «santa». Tal vez deberíamos centrarnos en lo que muchos de nosotros compartimos con la «familia santa»: la pobreza, la falta de oportunidades, la necesidad de reubicarse solo para sobrevivir. Muchas de nuestras familias no tienen voz.
Ten en cuenta que gran parte de la vida de María y José está envuelta en el silencio. No les importaban al mundo en general. Les importaban principalmente a su hijo. Sin embargo, en el plan de Dios, eso es todo lo que importa.
¿Por qué la Palabra se hizo carne en una familia y en un tiempo en particular?
Esto me lleva a una pregunta sobre por qué Jesús querría nacer en una familia… cualquier familia… incluso la Sagrada familia. ¿Por qué no simplemente encarnarse en cuerpo completamente formado? Después de todo, él era Dios y podía aparecer de cualquier forma que eligiera. Pudo haber evitado la dependencia total del útero, el difícil viaje que supone el parto, luchando por recuperar el aliento, las limitaciones de esperar a que María y José cuidaran todas sus necesidades en sus primeros meses y años…
Decimos con facillidad que él fue como nosotros en todo, excepto en el pecado. Pero las escrituras nos recuerdan que tuvo que crecer en sabiduría, edad y gracia. Algo que damos por sentado. ¿Cómo es que Dios eligió pasar por el proceso de crecimiento normal de un ser humano?
Para responder a esa pregunta, creo que tenemos que preguntarnos: En definitiva, ¿para qué se hizo carne la Palabra? ¿Por qué ser como nosotros en todas las cosas, menos en el pecado?
Algunos pueden decir que Jesús vino a cambiar la opinión de Dios sobre nosotros. ¡Pero la mente de Dios no necesita cambiar! Jesús no nos habló de un gobernante distante y exigente, un anciano enojado. Nos habló de un padre que ama desde principio hasta fin, pase lo que pase. “¡Dios nos amó primero!” Dios nos ama incluso en la cruz. Él nos recuerda que no ganamos el amor de Dios más de lo que un bebé gana el regalo de la vida o a padres amorosos.
Soy del pensamiento que Jesús vino a cambiar nuestras mentes:
- Sobre Dios: demostró que Dios realmente se identifica con nosotros y conoce íntimamente nuestros problemas cotidianos … y sus peores manifestaciones, incluso la horrible realidad de la traición y la muerte en una cruz.
- Sobre nosotros mismos: Él nos recuerda que nosotros, hijos e hijas queridos de Dios, fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios.
- Sobre el uno del otro. Nos mostró lo que es ser hijos e hijas de Dios, quien se preocupa por todos, especialmente los más humildes y los rechazados.
- Sobre cómo es el reino de Dios: nos enseñó que el reino de Dios no excluye a nadie y no es un reino gobernado por unos pocos individuos selectos.
- Sobre toda la creación: nos mostró lo que significa ser hijos e hijas de Dios que se preocupa, por todos y por todo, en un universo en desarrollo.
Si esto no es una llamada a cambiar nuestra forma de pensar, ¡no sé qué es! Todavía estamos luchando para entender cómo el nacimiento de Jesús lo cambió todo, para todos, literalmente. Jesús vino a despertarnos a otro mundo, a despertarnos a nuestra dignidad en el «mundo real» de ser hijos e hijas del mundo de Dios en lugar de nuestro mundo egoístamente construido.
Despertando para ser una sagrada familia
Jesús es el modelo para vivir en el reino de Dios. Sólo tenemos que mirar las lecciones de su vida y su muerte. «¡Haced esto en memoria mía!» «Lavaos los pies mutuamentre, como yo he lavado los vuestros». «Lo que hagas con el menor de mis hermanos y hermanas, me lo haces a mí».
Esto es ponerse en la «mente de Cristo». Qué diferente es esta mente de la mente del mundo, que vive implícitamente por una «mentalidad del yo primero», que se agrarra al poder, la comodidad y la seguridad.
«Manten a Cristo en Navidad» es más que un eslogan de las guerras culturales. En su sentido más completo, es un desafío vivir con la mente de Cristo. “Ponte en la mente de Cristo”. Es el desafío de despertar al hecho de que todos estamos llamados a ser una familia sagrada e incluye a todos nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo.
Ahora, más que nunca, yo estoy tratando de cambiar mi forma de pensar a la manera de pensar que Jesús vino a mostrarnos. Más que nunca estoy tratando de pensar con la mentalidad de Jesús. Arrepentirse, lo que literalmente significa cambiar nuestra forma de pensar, y vernos unos a otros como él nos ve.
Mi emocionante comprensión, después de 80 veces celebrando de la fiesta de la Sagrada Familia, es la emocionante realization de guardar a Cristo no solo durante la Navidad sino durante todos los días que me quedan. Ahora me doy cuenta de que el nacimiento de Jesús es una invitación a un cambio radical en mi pensamiento para crecer en la manera de pensar de Cristo.
¿Es tu familia perfecta? ¿No? ¿No es el nacimiento de Jesús una invitación a un cambio radical en nuestro pensamiento, para crecer en la la manera de pensar de Jesucristo? Está bien desarrollarse y crecer dentro de nuestra familia… ¡como lo hizo Jesús!
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