“Este pobre grita y el Señor lo escucha” (Sal 34,7)
¡Qué excelente idea la del Papa Francisco en establecer un día de domingo al año para que reflexionemos sobre la situación de los Pobres! En su mensaje para este día, el Santo Padre parece hacer una reflexión para la Familia Vicentina. Es impresionante lo que hay de común entre su mensaje y la vocación vicentina.
El Santo Padre reflexiona sobre la situación de los Pobres desde el Salmo 34: “Este Pobre grita y el Señor lo escucha”. El Papa nos muestra en un estilo bien jesuíta, la necesidad de pensar en tres verbos a los que lleva este salmo: “gritar”, “responder” y “liberar”.
En primer lugar, el Pobre grita. En cuanto al Salmo 34, el mensaje papal recuerda el paso del ciego Bartimeo (del Evangelio de San Marcos – 10, 46-52) que, estando en el camino pidiendo limosna, escucha que Jesús está pasando y grita, y repite incesantemente ” ¡Hijo de David, ten piedad de mí! “. Y Jesús, a pesar de todo el ruido de la multitud que quería que Bartimeo se callara, lo escucha y lo cura. ¿Cuántas veces somos Bartimeo y cuántas veces somos Cristo, en nuestra vida vicentina? Es verdad que buscamos la salvación y la dignidad del Pobre, pero a veces necesitamos gritar como él, para que el Señor nos escuche. El Santo Padre se pregunta “¿cómo es que este grito que sube hasta la presencia de Dios, no llega a nuestros oídos y nos deja indiferentes e impasibles?”. Y nos exhorta: “en un día como éste, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia, para comprender si somos verdaderamente capaces de escuchar a los Pobres”. Y añade: “es el silencio de la escucha el que necesitamos para reconocer su voz”. No es necesario hablar mucho, como vicentinos estamos llamados inicialmente a estar en silencio, para dejar que solamente el grito del Pobre se haga oír.
En segundo lugar, el Señor responde. ¿Qué significa responder al Pobre? “La respuesta de Dios al Pobre es siempre una intervención de salvación para cuidar de las heridas del alma y del cuerpo, para reponer la justicia y para ayudar a recuperar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también un llamamiento para que quien cree en Él pueda proceder de igual modo, dentro de las limitaciones de lo que es humano. La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que ofrece la Iglesia dispersa por el mundo dirigida a los Pobres de todo tipo que habitan en el planeta, para que no piensen que su grito cae en el vacío.
Finalmente, el Señor nos invita a que juntos, nosotros y el Pobre, nos liberemos. Esta es la gran mística del servicio vicentino al Pobre. La atención al Pobre, como indica el Papa Francisco, no debe dejar que “descuidemos lo que nos es propio, es decir, llevar a todos a Dios y a la santidad”. ¿Y cómo hacer esto? La respuesta se da de forma directa: no somos nosotros los protagonistas del servicio, sino que es el mismo Dios quien actúa en nosotros por amor. Por eso, “ante los pobres, no se trata de conocer quien tiene la primacía de la intervención, pero si podemos reconocer humildemente que es el Espíritu quien suscita gestos que son el signo de la respuesta y de la cercanía de Dios. (…) Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone a su servicio, es un instrumento en las manos de Dios para hacer reconocer su presencia y su salvación”. Por eso, San Vicente llama a los Pobres “nuestros Señores”: Ellos están mucho más cerca del Señor de la Vida.
“Nadie puede sentirse excluido por el Amor del Padre, especialmente en un mundo que a menudo eleva la riqueza al primer objetivo y que hace que las personas se encierren en sí mismas.” Por lo tanto, la liberación necesaria para el combate de la pobreza sirve también, y en particular, para nosotros que servimos a “nuestros Señores”.
¡Que esta Jornada de los Pobres sea una oportunidad para que podamos compartir la alegría que representa nuestra vocación vicentina!
Eduardo Marques Almeida
Fuente: https://www.ssvpglobal.org/
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