«¿A Europa le quedan todavía valores cristianos en su manera de tratar a los migrantes?» pregunta un cardenal etíope en el sínodo

por | Oct 28, 2018 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

He recibido la misión de acompañar el equipo de pastoral de los migrantes de la diócesis de Landes por un segundo año. Ampliamos el equipo integrando a una Hija de la Caridad de la comunidad del Berceau que da cursos de francés y a una laica de una parroquia del sur que acompaña un grupo de Oromos (migrantes de una tribu de Etiopía).

En las Landas hay estructuras estatales para guiar a los migrantes que llegan: dos centros de ayuda a los solicitantes de asilo (uno en Monte de Marsán y otro en Dax) y dos centros de ayuda y de orientación para jóvenes menores de África del oeste (Gunea Conakri, Malí y el Congo). Otras asociaciones acompañan a los recién llegados: la CIMADE (un organismo protestante de cooperación); la liga de los derechos humanos; el CCFD; Cáritas Católica; Amnistía Internacional; la Asociación de familias laicas, etc…

El Berceau posee estatus de Centro de Ayuda y Orientación y recibió el año pasado mujeres que venían solas de Etiopía y Eritrea y este año hombres de Afganistán, Darfur, Yémen, Siria, Kurdistán y Saharahui.

El CAO del Berceau cerrará a fin de mes y estamos buscando un lugar para diez jóvenes que habían iniciado el proceso (La CIMADE ha ofrecido seguimiento y acompañamiento) lo mismo que algunas familias de Kosovo y de Albania con hijos en la escuela y que serán acompañadas por una asociación que sigue el método de otra de Bayona que ya logró la legalización de 50 familias.

En una reciente reunión del concejo diocesano de la solidaridad, tocamos el tema de los migrantes menores un poco abandonados y sin perspectivas y que llegan a este departamento con una frecuencia de dos por día. Ya no hay quien se haga cargo, ni la Ayuda Social para la Infancia, ni la policía que tenía como misión encaminarlos hacia los organismos. Ese es un riesgo de que estos jóvenes se pierdan. Una de las voluntarias de la pastoral de migrantes, de origen africano, puso en contacto a algunos jóvenes con migrantes de sus países de origen que actualmente están radicados en la Landas…como vemos es compleja la situación, pero muchas personas se solidarizan.

El 18 de octubre, en una conferencia de prensa en el Sínodo sobre los Jóvenes, el cardenal etíope Suraphiel, vicenciano, llamó la atención a los países europeos sobre su misión: «Es triste ver que las fronteras se cierran ante personas que huyen del hambre y de la guerra. Dónde están las raíces cristianas de Europa? No es Europa un continente que se declaraba animado por los valores cristianos?  » reclamaba el cardenal Berhaneyesus Souraphiel presidente de la Conferencia Episcopal de Etiopía en una conferencia de prensa. En la sala intervinieron responsables de la Iglesia griega católica de Ukrania y el ministro de relaciones exteriores del patriarcado de Moscú.

«Cuando hablamos de África, más de la mitad de la población es joven, están dispuestos a cambiar las cosas, quieren salir de la pobreza: gran parte de los medios a nivel mundial hablan de las migraciones de los jóvenes africanos hacia Medio Oriente, los que atraviesan Sudán y Libia, los que van hacia Europa, pero estos últimos en número limitado, pues la mayor parte de las migraciones de los jóvenes sucede al interior mismo del continente africano. Para el caso sólo 20% fuera de África, mientras que el 80% de la migración es intracontinental» afirmó el cardenal etíope.

«Las migraciones acaecen ante la falta de gobierno que implica la corrupción, los conflictos, las guerras civiles, los movimientos de resistencia. Otro asunto es el del comercio de armas, un negocio jugoso que es alimentado desde Europa, América y China y del que poco se habla. Llevan armas a donde hay un conflicto civil, muchos jóvenes mueren por esa causa. Hay niños soldados con armas modernas como las minas…es una tragedia para los jóvenes africanos migrantes. Espero que la Santa Sede, sus oficios diplomáticos y sus relaciones con los responsables cristianos podrán contribuir en algo. En otra época, cuando un migrante pasaba de un país a otro, era acogido, se le ofrecía un vaso de agua, agua para lavarse, un lugar para descansar. Hoy ser migrante no es fácil. Los europeos que llegaban a otros países gozaban de mejores ventajas que los migrantes contemporáneos. Etiopía es un país pobre, pero recibe un millón de refugiados. Después de Uganda, es el segundo destino de la migración.»

«Un extranjero que toca a tu puerta será bien recibido; nos entristece cuando las fronteras se cierran a personas que huyen del hambre y la guerra y –como lo subraya el cardenal- uno se pregunta: dónde están las raíces cristianas de Europa? No es Europa un continente que reconoce unos valores cristianos? Yo hablé de ello en el sínodo. Es lo que dijo también el Papa cuando habla de colonialismo ideológico, cuando se exige el asumir los valores de Occidente como condición para recibir ayuda. Algunas multinacionales presentes en zonas de reservas naturales, como en El Congo, emplean niños, jóvenes y viejos para extraer los minerales. La Iglesia católica es testigo de ello. Hemos visto también muchas víctimas del tráfico de seres humanos. La iglesia está del lado de los despojados, de los que se ven obligados a dejar su país.» El Card. Souraphiel expresa su perplejidad cuando el cardenal Vincent Nichols, presidente del grupo Santa Marta, afirma que en el mundo actual hay 40 millones de esclavos, la mayor parte son jóvenes sometidos al tráfico mundial de seres humanos.

«En el sínodo hablamos de lo que es posible hacer, de lo que la Iglesia universal puede hacer. Esto ha llegado al corazón de los jóvenes delegados al sínodo. Espero que tendrá repercusiones en todos los jóvenes y no sólo en aquellos del mundo desarrollado, sino también en aquellos que viven en la carencia. La Iglesia debe hablar en su nombre. En la era de la información y de las tecnologías modernas, para muchos jóvenes, lo verdaderamente urgente es la supervivencia.» «Acoger al extranjero, al refugiado, toda persona en necesidad es un valor cristiano, una obligación cristiana, cerrar la puerta es ajeno a la tradición cristiana. Es verdad que no todos los que llegan son personas inocentes o que han sufrido la violencia en su país, pero la mayoría sí lo son: una madre, una abuela que llama a la puerta buscando un lugar donde llegar; yo creo que es un problema de consciencia, y la conciencia en Europa está formada con valores cristianos. Europa ha recibido muchos refugiados, por ejemplo, Alemania, pero otros han cerrado las fronteras. ¿Ya no hay raíces cristianas en Europa? Hasta Juan Pablo II lo preguntaba, y esta pregunta atañe a la consciencia de cada cristiano.»

El cardenal reconoce que de todos modos hay muchos jóvenes en África que no quieren partir y desean quedarse para mejorar las cosas en su país desde el interior.

«Algunos piensan que venir a Europa es como el paraíso, pero la realidad es otra; piensan que con venir a Europa estabilizarán la situación de sus familias, pero no es el caso. Y cuando vemos el racismo que surge en Europa y otros países del mundo, recordamos que la vida del refugiado no es fácil. Digo esto esperando reforzar la opción por quedarse en la propia tierra y cambiar la situación desde el interior.»

Empeñémonos en encontrar soluciones más humanas a situaciones tan dolorosas ante las cuales muchos países se cierran y ante la complejidad de un mundo que busca el equilibrio para asumir los desafíos del siglo XXI.

P. Bernard Massarini c.m.
Coordinador de la pastoral de migrantes
Fuente: https://cmglobal.org/

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