Poco, pero más que suficiente para todos

por | Jul 26, 2018 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 1 comentario

Jesús nos alimenta.  Quiere que hagamos con otros lo que él hace con nosotros, entregándole lo poco que tenemos, para que nos saciemos todos.

Piensan los discípulos que ser responsable de quienes no tienen nada de comer significa no ser responsable de ellos para nada.  Es que, según Mateo, Marcos y Lucas, los discípulos piden a Jesús que despida a la multitud.  Así podrá la gente comprarse algo de comer.  Dicen efectivamente los discípulos, admitiendo que poco tienen:  «Sálvese quien pueda».

Tal modo de pensar no resulta curioso del todo.  Es de los realistas como Felipe y Andrés, en el evangelio de Juan.  Reconoce Felipe que doscientos denarios de pan no bastan.  Andrés, por su parte, tiene una noticia buena y otra mala.  La buena:  un muchacho tiene cinco panes de cebada y un par de peces.  Y la mala, por supuesto:  lo que hay es tan poco para tantos.

Son realistas también los que creen que poco importa esforzarse uno por erradicar la pobreza.  Quieren que tomemos conciencia de la realidad de que a los pobres los tenemos siempre con nosotros.  Pero lo que dice Jesús es una predicción de su muerte, no de una clase marginada permanente (véase D. Hamm).  De hecho, no se usa el tiempo futuro:  «los tendréis …», sino el tiempo presente:  «los tenéis …».

Jesús nos remite, desde luego, a Dt 15, 11, que también nos manda abrir nuestra mano al hermano necesitado.  De ninguna manera, pues, se puede concluir del texto que cuenta poco la ayuda que se da a los pobres.

Aun reconociendo lo poco que él y sus seguidores tienen, descarta Jesús la solución fácil.

En los relatos sinópticos, les dice Jesús a los que quieren dispedir a la multidud:  «Dadles vosotros de comer».  Y pregunta, en el evangelio de Juan:  «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».  Así se da a entender, sí, que él y su grupo se contentan con tener poco.  Con todo, se nos aclara que la pregunta sirve para tentar a Felipe; bien sabe Jesús qué hacer.

Es decir, no se conforma él con ser totalmente realista.  A todos los presentes les enseña algo poco conocido.  Les da un vislumbre del ideal de que es mejor compartir que acaparar.  Signo del ideal y de la Eucaristía es la multiplicación de lo aportado por un muchacho pobre.

Y aportaciones grandes e importantes, como la «obra buena en Polonia», suponen la fidelidad en «los comienzos más humildes» y en lo poco (SV.ES II:263; SV.ES VII:392).

Padre de todos, haz que, como buenos hijos tuyos, compartamos con nuestros hermanos necesitados lo poco que tenemos.  Ojalá pongamos en práctica la enseñanza de Jesús:  «Más dichoso el que da que el que recibe».  Que procuremos además que nada se desperdicie.

29 Julio 2018
17º Domingo de T.O. (B)
2 Re 4, 42-44; Ef 4, 1-6; Jn 6, 1-15

1 comentario

  1. Alma

    Gracias por tan buena reflexión, es verdad que mucho me toca escuchar, que «hay que ser realistas en cuanto a la pobreza»…
    Siempre pienso que cada ser humano tenemos algo para aportar y compartir con el hermano que necesita.
    Muchas veces nuestra sola presencia de amor, servicio y alegría, puede hacer la diferencia, hacer presente el rostro amable de Jesús.
    Bendiciones.

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