Manda el ascensor hacia abajo: levanta a los que vienen tras de ti
Un elevador sube… y baja. La gente se sube… y sale.
Hace unos años reflexioné sobre la breve obra de J. Patrick Murphy sobre la vida de Vicente. En su folleto «Mr. Vincent«, Murphy nos recuerda que Vicente era un campesino y un abogado. Él nos ofreció una lección: «Conoce tus raíces, levanta a los que están detrás de ti, edúcalo».
En términos prácticos, Vicente nunca olvidó quién era y de dónde venía. Cuando finalmente cayó en la cuenta de que otros no eran tan afortunados como él, que estaba de capellán en las fincas de los De Gondi, entregó su vida a los marginados, haciendo descender el ascensor para sacarlos de sus posiciones en la periferia y tomar conciencia de las Buena Nueva.
¿Es enviar el ascensor hacia abajo suficiente?
Larry Huber, de la Sociedad de San Vicente de Paúl, me hizo profundizar en esa reflexión, con este comentario:
… cuando nosotros, como vicentinos, hacemos nuestras visitas domiciliarias, no solo «lo enviamos para abajo», sino que también lo hacemos subir. Cuando descubrimos dónde está la persona y aprendemos más sobre él/ella, con suerte, podremos regresar con esa persona, a una mejor posición (o estado de ánimo).
¡Qué excelente idea!
Escucha al Papa Francisco:
Es importante trabajar a favor de una Iglesia que sea para todos, ¡una Iglesia que esté lista para recibir y acompañar! Para lograr todo esto, el trabajo aún por hacer es vasto; y todos ustedes también tienen su propia contribución específica que ofrecer.
¿No es eso lo que Dios ha hecho por cada uno de nosotros, al encarnarse? Jesús nos ha acompañado a cada uno de nosotros… incluso cuando estábamos más lejos, en el pecado.
Los desafíos del acompañamiento
El Papa Francisco recibe acompañamiento y nos ha demostrado una y otra vez lo que significa para los católicos y la Iglesia acompañar a los demás
- Te encuentras con las personas allí donde están.
- Presumes lo bueno que hay en ellos y esperas que ellos presuman lo bueno que hay en ti.
- Tu tienes una conversación
- Abres su mente y tu corazón: te preparas para aprender algo de ellos.
- Vas a donde ellos van, aunque sea por un momento, confiando en que algo bueno saldrá de eso.
Para pensar
- ¿Soy consciente de las formas en que he sido acompañado?
- ¿Me bajo del ascensor en mi piso?
- ¿Qué significa para mí caminar con las personas a las que sirvo?
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