Texto por P. Manuel Ginete CM
El 9 de Julio de 2011, la gente de la región Sur de Sudán tenían razones para la celebración: había nacido la nación más joven del mundo; Sudán del Sur. Tras años de guerras con el Norte, finalmente Sudán del Sur conseguía su independencia. Durante los dos años siguientes, la gente desbordaba esperanza, energía, expectativas. Sin embargo, en Diciembre de 2013, el conflicto surgía entre realidades dolorosas de divisiones tribales y ambiciones políticas. El conflicto creció en 2016. Con éste cientos de trabajadores de ONG’s y personal de Naciones Unidas abandonaron el país. Incluso Sudaneses del Sur enviaron a sus familias a países vecinos como Uganda, Kenya y Etiopía. Otros, sin embargo, permanecieron, en solidaridad con el pueblo.
Constance, una trabajadora social ugandesa, casada con un Sur Sudanés, permaneció. Durante la crisis, decidió trabajar con otras mujeres para procurar una comida diaria de judías, y “posho” a un grupo de niños de la calle.
Betty, también ugandesa, es una sanitaria. Eligió continuar su misión cuidando de la salud de los niños y vecinos, que periódicamente padecen tifoideas, malaria y otras enfermedades.
Además, ambas, Constance y Betty recibieron capacitación como facilitadoras para sanación de traumas.
Ellas son vecinas nuestras, aunque, de hecho, son mucho más. Son nuestras colaboradoras, porque han encarnado el Espíritu de Solidarity.
Nuestro grupo se llama “Solidaridad con Sudan del Sur”, un proyecto colaborativo de la Conferencia de Obispos de Sudan con las uniones de superiores generales femenina y masculina. Desde 2008 y durante los conflictos de 2013 y 2016, hemos formado cientos de profesores, enfermeras, comadronas, catequistas, agentes de pastoral, facilitadores de sanación de trauma, y también agricultores. Ellos también son colaboradores. Abandonarlos no entra en nuestro vocabulario, porque significaría traicionar el motivo por el que estamos aquí.
En Follevile, Chatillon y París, San Vicente de Paúl vio las necesidades de los pobres, tan claramente, que actuó con decisión. Las necesidades de Sudan del Sur son evidentes y urgentes, porque son las más básicas; comida, salud, justicia, paz, dignidad. Más de 260 congregaciones religiosas y laicos también vieron estas necesidades y actuaron con decisión. Se unieron a Solidarity – con personal, o con fondos, o logística. Los 33 miembros que estamos actualmente en Sudán del Sur venimos de 24 países diferentes y representamos a 18 institutos religiosos distintos. Apoyándonos están otros en las oficinas de Roma y Washington y muchos más que rezan por nosotros, envían donaciones para los programas, y nos presentan en distintos foros. La Familia Vicenciana ha formado parte de este esfuerzo colaborativo, con voluntarios de las Hermanas de la Caridad de Leavenworth (Kansas), las Hermanas de la Caridad de Halifax (Canadá), las Hermanas de la Santa Fe (Irlanda) y la congregación de la Misión (Filipinas).
Solidaridad con Sudan del Sur ha mostrado, que para ser óptimamente efectivo, la colaboración necesita estar enraizada en un sentido profundo de solidaridad. Después de todo, Jesús nos trajo la Buena Noticia, haciéndose “uno como nosotros”. Y esto marcó un mundo de diferencia. De la misma forma, en Sudan del Sur queremos marcar una diferencia. Un Sudanés del Sur, lo resumió; “Cuando estalló el conflicto, muchas ONGs nos dejaron. Sin embargo, a diferencia de ellas, vosotros os quedasteis. Por ello os estamos muy agradecidos”
En Sudán del Sur la colaboración tiene un nombre: Es Solidaridad.
0 comentarios