Él preguntó: «¿Dónde está el flautín?»
Cuentan la historia del famoso director de orquesta del siglo XIX, sir Michael Costa, que dirigía un ensayo con cientos de instrumentos y voces. El coro cantó a plena voz, acompañado por el estruendoso órgano, el sonido de los tambores y el sonido de los cuernos. En medio de todo el alboroto, un hombre, que tocaba el flautín (o piccolo) en una esquina, se dijo a sí mismo: «No importa lo que haga», y dejó de tocar. De repente, el gran director levantó las manos y detuvo el ensayo hasta detenerlo por completo. «¿Dónde está el flautín?», gritó.
Sabía que el flautín tenía voz. Y esa voz tenía una contribución que ofrecer.
Somos el cuerpo de Cristo
¿No es eso lo que el apóstol Pablo tenía en mente en el famoso pasaje de 1 Corintios 12?:
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿dónde estaría el oído?; si fuera todo oído, ¿dónde estaría el olfato?
Somos parte de algo que es más grande que nosotros. Eso debería darnos un sentido de verdadera importancia. No estamos solos; más bien, somos parte de una entidad orgánica de seres humanos, parte de una familia celestial que nunca morirá. No somos llamados las personas de Dios; somos llamados el pueblo de Dios. Ninguno de nosotros sufre o se regocija sin que tenga un impacto en el resto de nosotros.
Los pequeños piccolos (flautines) del cambio sistémico
Creo que aquí hay una lección para cada uno de nosotros, mientras vemos las caras del sufrimiento y la marginación en el mundo.
Hace más de 175 años, Federico Ozanam escribió: «La caridad es el samaritano que derrama aceite sobre las heridas del viajero que ha sido atacado. El papel de la justicia es prevenir el ataque».
El 4 de febrero de 2017, el papa Francisco se hizo eco de las palabras de Federico: «Debemos trabajar para cambiar las reglas del juego del sistema socioeconómico, imitar al buen samaritano del Evangelio no es suficiente». (Ver el artículo relacionado: El Papa se hace eco de Federico Ozanam)
La implicación es clara cuando vemos el panorama general. Incluso los pequeños piccolos del cambio sistémico son importantes (Además, tenga en cuenta que incluso los flautines vienen en varias formas).
El cambio sistémico no ocurre solo. Se necesita la colaboración de muchas personas con diferentes dones. Algunos tienen el don del profeta para abrir nuestros ojos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. Otros tienen el don de las conexiones, lo que permite un esfuerzo de colaboración. Pero, ¿quién de nosotros no tiene el poder de levantar un teléfono, escribir una carta o hablar con nuestros vecinos? Todas las acciones importantes para dar voz a aquellos en los márgenes.
Haciendo nuestra parte
- ¿Con qué frecuencia creo que solo soy un pequeño flautín que nadie oirá?
- ¿Qué se necesita para escribir o llamar a una persona en el poder, en nombre de los sin voz?
- ¿He alentado a otras «voces pequeñas» a hacer su parte en el coro?
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