Un punto de vista canadiense: Pobreza y Dignidad Humana

por | Jun 14, 2018 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

El primer Principio de la Doctrina Social Católica es el Principio de la Dignidad Humana, que establece que todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios y redimido por Jesucristo y, por lo tanto, es invaluable y digno de respeto como miembro de la familia humana. La descripción de este principio proviene de un artículo de William J. Byron («Ten Building Blocks of Catholic Social Teaching», «Diez bloques de construcción de la Doctrina Social Católica») que él entresacó de “Reflections of the U.S. Catholic Bishops” («Reflexiones de los obispos católicos de los Estados Unidos»).

Cuando consideramos este principio y cómo la pobreza afecta este derecho humano tan básico, es importante observar el efecto que tiene la pobreza en la dignidad humana y el respeto propio de una persona. Si miramos los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, el primer objetivo es acabar con la pobreza en todas sus formas en todas partes. Los Estados Unidos afirman que la pobreza es más que la falta de ingresos y recursos. También incluye discriminación y exclusión social. ¿Con qué frecuencia vemos y experimentamos cómo la pobreza puede negar, ya sea directa o indirectamente, tantas oportunidades básicas para que una persona o familia disfrute y participe en lo que para la mayoría de nosotros es una vida cotidiana normal?

La dignidad humana no es algo que una persona tiene que ganar o merecer, sino que es un regalo de Dios para todos. Si Dios quiso que la dignidad humana se compartiese con todos los seres humanos por igual y nos la dio libremente, sin ningún requisito como aprobar un examen, completar un formulario o alcanzar cierto nivel de educación o posición financiera, ¿quiénes somos para decidir si hay que negarle a alguien este derecho? Con demasiada frecuencia, la falta de ingresos y recursos puede conducir a la discriminación y la exclusión social. Si creemos en la dignidad humana de todos, entonces, como católicos, ¿no deberíamos abogar por acciones y cambios sistémicos que puedan conducir a resultados que permitan que cada ser humano sienta dicha dignidad y respeto por sí mismo? La falta de vivienda es la forma más obvia de negar a una persona su derecho a la dignidad humana. ¿Por qué entonces nuestros líderes en el gobierno y la iglesia no están haciendo más? ¿Por qué nosotros como Vicencianos no estamos haciendo más?

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es ex-presidente del Consejo Regional de Ontario de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Actualmente es presidente del Comité Nacional de Justicia Social de la Sociedad en Canadá. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.

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