«En el umbral del quinto siglo del carisma vicenciano»
«Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en los cielos»
(Efesios 1,3).
Roma, 25 de enero de 2018
A todos los miembros de la Familia vicenciana
Mis queridos hermanos y hermanas en san Vicente,
¡La gracia y la paz de Jesús estén con nosotros!
En el momento de clausurar oficialmente, este 25 de enero de 2018, el 400º aniversario del carisma vicenciano, podemos repetir con el corazón desbordante de alegría las palabras de san Pablo al comienzo de su carta a los Efesios. El Cielo nos ha colmado de bendiciones a muchos niveles: a nivel personal, a nivel de cada rama y a nivel de la Familia vicenciana en su conjunto. Que esta experiencia siga siendo para nosotros fuente de profundización, de desarrollo y de extensión del carisma vicenciano con el fin de producir cada vez más frutos nuevos.
A lo largo del año jubilar, la Familia vicenciana ha organizado muchas iniciativas, celebraciones y proyectos maravillosos en los planos local, nacional e internacional. En el plano internacional de toda la Familia vicenciana, hemos organizado:
a) El Simposio internacional de la Familia vicenciana en Roma, del 12 al 15 de octubre de 2017.
Al día siguiente de la clausura del Simposio, la comisión de síntesis se reunió para estudiar las aportaciones de los participantes de los seis grupos lingüísticos. Las reflexiones, las proposiciones y los proyectos se comunicarán muy pronto a todos los miembros de la Familia vicenciana, para continuar desarrollando, compartiendo, regando y haciendo crecer las semillas sembradas durante el Simposio.
b) La Iniciativa global de la Familia vicenciana con las personas sin hogar (La Alianza FAMVIN con los sin hogar).
Este proyecto de toda la Familia vicenciana, lanzado oficialmente en Roma durante el Simposio, el 14 de octubre de 2017, nos permitirá profundizar nuestra colaboración con el fin de responder de manera más eficaz a las necesidades de las personas que no tienen hogar.
c) El festival de cine vicenciano, titulado «Encontrando a Vicente 400», igualmente lanzado oficialmente en Roma durante el Simposio, el 14 de octubre de 2017, tendrá lugar del 18 al 21 de octubre de 2018 en Castel Gandolfo.
Muy pronto, el equipo de preparación dará más información a través de los diferentes medios de comunicación: sitios web, medios de comunicación social, YouTube, prensa escrita, agencias de prensa y otros. El festival cinematográfico pretende ser un instrumento de la «globalización de la caridad». Toda persona, miembro o no de la Familia vicenciana, de cualquier país, puede participar en el festival. Habrá tres concursos: 1) para los jóvenes hasta 18 años cuya participación es el envío de un poema, de un dibujo o de un texto; 2) para las personas que envíen el guión de una película para producir en el futuro; 3) para los que presenten un cortometraje. El tema común es la vida y el carisma de san Vicente de Paúl.
d) La peregrinación de la reliquia del corazón de san Vicente de Paúl.
La peregrinación de otras reliquias continuará a través de Europa y, si Dios quiere, después por otros continentes.
Al comenzar el quinto siglo del carisma vicenciano, quisiera proponer, como primeros pasos en este camino, las dos iniciativas siguientes:
a) Renovar y profundizar nuestra relación con los Santos, los Beatos y los Siervos de Dios de la Familia vicenciana del mundo entero, como modelos de la espiritualidad y del carisma vicenciano, gracias a los siguientes medios :
- Volver a potenciar la veneración y recurrir a la intercesión de los Santos, de los Beatos y de los Siervos de Dios, primero en su lugar de origen, allí donde nacieron, vivieron, realizaron su servicio, allí donde murieron, están enterrados o allí donde están conservadas sus reliquias, por medio de diferentes iniciativas con miras a profundizar nuestra relación con ellos. Renovar una proximidad con ellos a nivel local favorecerá y permitirá extender su veneración y recurrir más fuertemente a su intercesión en otras regiones del mundo.
- Organizar encuentros con el fin de darlos a conocer a quienes no los conocen o los conocen poco; organizar peregrinaciones; preparar celebraciones para los niños, los jóvenes y los adultos; publicar nuevos folletos; elaborar montajes PowerPoint; utilizar los diferentes medios de comunicación.
- Orar sin cesar para pedir a Jesús la gracia de que todos los Beatos, los Siervos de Dios u otros candidatos potenciales a la santidad sean canonizados por la Iglesia. En el seno de la rama específica de la Familia vicenciana a la que cada uno de ellos perteneció, así como a nivel de toda la Familia vicenciana, comprometernos con todas nuestras fuerzas en los procesos con miras al reconocimiento oficial de la Iglesia.
Se trata de unir, tan estrechamente como sea posible, nuestra vida, nuestros esfuerzos, nuestro servicio, nuestros proyectos, nuestras iniciativas, nuestros planes y nuestras ambiciones comunes a aquellos que nos han precedido y que ahora interceden desde el Cielo en nuestro favor. Ellos responderán si nosotros les pedimos su intercesión ante Dios. Ellos son nuestros modelos en la manera de vivir la espiritualidad y el carisma vicencianos. Quizás es más fácil presentar a los demás los Santos, los Beatos y los Siervos de Dios de la historia reciente. Sin embargo, todos hablan o pueden hablar a los niños, a los jóvenes, a los adultos y a todos nuestros contemporáneos, en este momento de la historia, como modelos de santidad. Ellos son también uno de los recursos para nuevas vocaciones a la vida consagrada o para el compromiso activo de los laicos en las diferentes ramas de la Familia vicenciana, en la misión de Jesús, en la misión de la Iglesia.
b) Renovar y profundizar la «cultura de las vocaciones».
Cuando buscamos una explicación de la disminución de vocaciones a la vida consagrada, de la participación activa de los jóvenes y adultos en la vida de la Iglesia y de la fe en algunas regiones del mundo, a menudo salen las razones siguientes: la sociedad de consumo, el materialismo, el individualismo, el egoísmo, la secularización sistemática de la sociedad… Podemos hablar de una «anti-cultura de las vocaciones».
Quisiera invitarnos a todos a unir nuestras fuerzas para hacer descubrir a los niños, a los jóvenes y a los adultos de hoy, atrapados bajo la influencia de esta «anti-cultura de las vocaciones», la belleza, el atractivo y el sentido portador de vida de decir un «sí» rotundo en respuesta a la llamada de Jesús. Yo os invito a mostrar a los niños, a los jóvenes y a los adultos que es normal responder afirmativamente, con un «sí» fuerte, a la invitación de Jesús; no es una respuesta anormal. Debemos trabajar juntos por una cultura renovada de las vocaciones.
Nuestra vocación remonta a la fuente de nuestra existencia, pues Dios pensaba en nosotros antes de la fundación del mundo, antes de nuestra concepción.
«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jeremías 1,5).
«Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo» (Efesios 1,4).
«Te hago luz de las naciones» (Isaías 49,6).
La cultura de las vocaciones significa un ambiente en el que toda persona puede descubrir y redescubrir su razón de ser en esta tierra, el sentido de su vida, la misión que está llamada a realizar, la llamada a la que está invitada a dar una respuesta. La cultura de las vocaciones da prioridad a Jesús, ya sea la vocación al estado laico o a la vida consagrada.
Portamos en nuestro corazón el profundo deseo de transmitir a las futuras generaciones el carisma y la espiritualidad que hemos recibido. A la vez, presentamos sin cesar a Dios nuestra oración para que nos conceda nuevas vocaciones, al mismo tiempo que numerosos esfuerzos e iniciativas. El comienzo del quinto siglo del carisma vicenciano nos ofrece una nueva ocasión de intensificar nuestros esfuerzos en favor de una cultura de las vocaciones. Esto se armoniza bien con el tema del Sínodo de los obispos de este año, que tendrá lugar en Roma en el mes de octubre: «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional».
Confiemos todo esto a la Providencia y a la intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, de los Santos, de los Beatos y de los Siervos de Dios de la Familia vicenciana y animémonos mutuamente con las palabras que san Vicente de Paúl respondió cuando le preguntaron lo que hubiera querido hacer de su vida: «aún más».
Su hermano en san Vicente,
Tomaž Mavrič, CM
Superior general
Me gusta la sencillez con la que habla el Padre General. Ojalá pudieran hacerse realidad en nuestras Provincias y Comunidades algunas de sus propuestas originales y novedosas.