El padre McGeough está de acuerdo: «he sido sacerdote durante 40 años, y nunca me han agradecido tanto por haberme hecho presente. Obtendrás una gran gratitud en este ministerio».
En una reunión informativa en el centro pastoral de la Diócesis de Trenton (Nueva Jersey, EE. UU.), el padre paúl Martin McGeough, coordinador diocesano del Ministerio de cárceles y prisiones, dirigió una reunión de diálogo a la que asistieron 25 personas.
El padre McGeough expresó su compasión por los encarcelados y explicó por qué es deber de los cristianos visitarlos. «El Papa Francisco nos dice que vayamos a los marginados y abandonados», compartió, señalando que los hombres y mujeres encarcelados han sido marginados por la sociedad y abandonados por sus seres queridos.
«Como el Papa Francisco nos ha dicho, no vamos para llevar a Cristo. Vamos a verlo y a servirlo —continuó el padre McGeough—. En prisión tenemos que mirar más allá de lo que hicieron y ver el rostro de Cristo. Ese es el desafío del ministerio de prisiones «.
Mons. Casimir Ladzinski, un sacerdote jubilado de la Diócesis que asistió a la reunión, dijo: «Quienquiera que esté en la cárcel todavía es hijo de Dios. Algunos pudieran decir que ‘Por gracia de Dios, no estoy en prisión’. Muchas de estas personas solo necesitan un nuevo comienzo en la vida… así que tenemos que andar con ellos el camino. Este ministerio es muy importante en nuestra Diócesis «.
El Padre McGeough indicó cómo ha estado liderando voluntarios en este ministerio durante seis años y ha trabajado con sacerdotes, hermanas religiosas y laicos de diferentes orígenes para llevar el Evangelio a los reclusos de la Diócesis y de todo el estado.
Los voluntarios son enviados en grupos de al menos dos, y generalmente dirigen estudios bíblicos, estudios católicos, servicios de comunión o programas de perxpectiva católica para prisioneros, llamado Ministerio Dimas, llamado así por el Buen Ladrón crucificado con Jesús.
El padre McGeough alienta a los voluntarios a adaptar su voluntariado en el ministerio carcelario a aquello con lo que se sientan cómodos desde su fe. Les sugirió formar parte de un ministerio que tendrá un efecto positivo en los reclusos y, con suerte, cambiar sus vidas y ayudarlos a mantenerse fuera de la cárcel y la prisión.
«Tú decides cuál será tu ministerio. Me dices a qué cárcel quieres ir», les dijo a los voluntarios potenciales. Luego advirtió que el horario de las visitas podría no ser tan flexible debido a la apretada agenda que tienen los reclusos durante el día. La mayoría de los programas del ministerio tienen que llevarse a cabo por la noche, comentó.
El padre McGeough explicó otros diversos parámetros que los voluntarios deben conocer cuando visitan cárceles o prisiones. Por ejemplo, khakis, ropa de color naranja, camisas de manga corta o sin mangas de la mujer, sudaderas, bufandas, bolsillos y teléfonos celulares no están permitidos dentro.
A los voluntarios se les da aproximadamente 60 a 90 minutos para presentar su programa, y se puede esperar que programen una visita a la cárcel o prisión dos veces por mes.
El padre McGeough aconsejó a los posibles voluntarios que limiten lo que dicen sobre sí mismos durante su tiempo con los reclusos por su propia seguridad, pero también los animó a compartir su fe en la forma en que se sientan cómodos.
El Ministerio de Cárceles y Prisiones visita 14 cárceles y prisiones en la Diócesis, incluyendo siete cárceles del condado, seis prisiones estatales y una prisión federal en Fort Dix, la prisión federal más grande del país.
El proceso de solicitud para convertirse en voluntario es bastante estricto, pero una vez completado, los voluntarios reciben una insignia universal que les permite visitar cualquiera de esas prisiones.
«Tienes que ser honesto en tu solicitud —enfatizó el Padre McGeough al mencionar cómo los guardias de seguridad de las cárceles y prisiones toman su trabajo muy en serio—. Si mientes, lo descubrirán».
Entre los 25 asistentes de la reunión se encontraban algunos voluntarios veteranos. Si bien admitieron que el ministerio de prisiones es un desafío, también explicaron por qué definitivamente vale la pena. Compartieron muchas de sus historias y motivaciones.
Gene Douglass, de la parroquia de St. Raphael-Holy Angels en Hamilton, que ha sido voluntaria en el ministerio de la prisión durante dos años, dijo que se involucró en el ministerio de la prisión al darse cuenta de las gracias que había recibido en su propia vida, y sintió que tenía que dar algo a cambio. Sobre el ministerio, dijo: «es una experiencia extremadamente gratificante».
Clare Smith de la Parroquia de St. Paul, Princeton, comentó cómo ella había leído recientemente un artículo en el Trenton Times que hablaba sobre el sistema penitenciario de Nueva Jersey y los efectos positivos de los ministerios de prisiones. Poco después, ella vio una propaganda en el boletín de su parroquia sobre la reunión de información y señaló que «fue un momento perfecto».
Smith y casi dos docenas de otros posibles voluntarios terminaron aprendiendo cuán satisfactorio puede ser este ministerio.
«Obtendrás mucho más de lo que das —dijo Joe Raborg, de la Parroquia de San Benedicto, Holmdel, quien ha sido voluntario en el Centro Correccional de Garden State durante cinco años—. Nunca se puede superar a Dios».
0 comentarios