¿Quiénes son las mujeres invisibles en nuestra sociedad? Se dice que estas mujeres están «ausentes de las estadísticas, desapercibidas para los investigadores, descuidadas por las autoridades nacionales y locales y en su mayoría ignoradas por las organizaciones de la sociedad civil». Esta es la situación de las viudas en nuestra sociedad.
En muchos lugares, una viuda se convierte en una no-persona. La difícil situación de las viudas es uno de los problemas de derechos humanos más infravalorados que enfrenta nuestro mundo de hoy.
Gracias a los esfuerzos de defensa de la Fundación Loomba, el 21 de diciembre de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó formalmente el 23 de junio como el Día Internacional de la Viuda, con el fin de sensibilizar sobre la difícil situación de las viudas y sus hijos, con miras a restaurar sus derechos humanos y a través de la educación y el empoderamiento real ayudar a aliviar la pobreza y la discriminación en que la viudez puede hundirlas.
Hay 258 millones de viudas con 585 millones de niños dependientes en todo el mundo. De estas, 38 millones viven en extrema pobreza; 86 millones han sufrido maltrato físico. Las mujeres son más propensas a convertirse en viudas que los hombres, porque las mujeres viven más tiempo que los hombres y muchas mujeres tienden a casarse con hombres mayores. Muchas viudas se ven obligadas a luchar por su supervivencia, por sus derechos humanos básicos y por superar muchos obstáculos para asegurar su desarrollo socioeconómico.
Una vez enviudadas, en algunos países son acusadas de matar a sus maridos deliberadamente o por descuido. La viudez es estigmatizada y vista como una fuente de vergüenza; aon rechazadas como inmorales y consideradas cargas. En Afganistán, las viudas son enviadas a las calles para mendigar por sus suegros. En algunas culturas se piensa que son malditas e incluso se les asocian con la brujería. En algunas partes de Nepal y la India, las viudas son discriminadas como brujas y se enfrentan a la violencia. En muchos países están sometidas a prácticas socioculturales degradantes: en Ghana, para librar a la viuda del espíritu del difunto, se ve obligada a tener relaciones sexuales con extraños. Después de la muerte del marido, en muchos países, una mujer ya no tiene un lugar en la sociedad. A menudo son desalojadas de sus hogares, maltratadas físicamente y se les niega su herencia y sus derechos sobre la tierra. En Kenia, las viudas están excluidas de la herencia de sus maridos. A veces se ven obligadas a casarse con un pariente del marido para vivir en la casa y tener protección. Después de la muerte de un marido, el viaje vital de las viudas se convierte en una prueba a largo plazo; sufren violencia, expulsión y ostracismo.
En la India, las viudas deben llorar hasta que mueran. Una viuda está privada de su feminidad y sexualidad. De ser una persona, se convierte en un «objeto» y en algunos lugares se les llama come-hombres y prostituta. A las viudas se las envía a la muerte social, se las consideran intocables y en algunas áreas su vista y tacto se consideran que traen mala suerte a la gente. Las viudas, en algunas partes del norte de la India, se trasladan a las ciudades con templos para refugiarse en ashrams [comunidades monásticas hindúes], condenadas a una vida de pobreza abyecta. Además de mendigar para vivir, pasan su tiempo en rituales y oraciones en el templo. A menudo son sometidas a violencia, violaciones y al tráfico de la prostitución, especialmente las viudas más jóvenes.
Todas estas atrocidades son frecuentemente justificadas en términos de prácticas culturales-religiosas. Muy pocas veces los autores son llevados ante la ley y castigados. Por lo tanto, el abuso de las viudas continúa impunemente. Las viudas en los países desarrollados también se ven afectadas por los recortes al bienestar social y el aumento de la inseguridad.
Un gran número de mujeres están viudas debido a conflictos armados y el VIH y SIDA. Las víctimas más afectadas son las viudas en Afganistán, Irak, Sudán del Sur, República Centroafricana, Siria, noreste de Nigeria, sureste de Níger, el oeste de Chad y el norte de Camerún. En la República Democrática del Congo, casi el 50% de las mujeres son viudas. Irak tiene más de tres millones de viudas, mientras que Afganistán tiene 2,5 millones.
Cuando hablamos de «viudas» hay una suposición general de que estamos hablando de mujeres ancianas, y son las viudas mayores las que han recibido la mayor atención de los proveedores de servicios. Pero hay viudas de todas las edades. Algunas son madres jóvenes, y algunas son niñas de tan sólo ocho o nueve años de edad, que se enfrentan a futuros sombríos, ya que tienen la triple desventaja de género, estado civil y ser menores de edad. Se les priva de sus derechos humanos a la salud, la educación, la protección contra la violencia sexual y la explotación económica. Estas viudas niñas se encuentran, sobre todo, sin que se las tenga en cuenta ni se las oiga, viviendo en áreas rurales alejadas, especialmente en África y Asia meridional. Hay muy pocos datos fiables sobre las viudas niñas y han recibido escasa atención de la ONU, sus propios gobiernos o organismos internacionales de derechos humanos.
Los hijos de las viudas suelen verse afectados, tanto emocional como económicamente. Las madres viudas están cnsiguiendo recursos para sus familias ellas solas, sin ningún sistema familiar o de apoyo social. A menudo no son capaces de proporcionar educación, atención médica y nutrición. Los niños también se ven obligados a sostener financieramente a sus familias, haciéndolos vulnerables al trabajo forzoso y los principales objetivos de la trata de personas. Las viudas con sólo hijas entre 10 y 17 años de edad sufren discriminación y sufren múltiples privaciones y se vuelven vulnerables a la trata y el abuso sexual.
El empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género son un tema transversal de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Dónde figuran las viudas en nuestro compromiso de «no dejar a nadie atrás»? Probablemente, en el final de la lista; todavía invisibles e inauditas. La difícil situación de las viudas en todo el mundo es una tragedia social. Una de las razones principales del ciclo continuo de pobreza y privación es el estado de las viudas. Es importante que reconozcamos los problemas de estas mujeres y las capacitemos a través de una adecuada atención médica, educación, trabajo decente, plena participación en la toma de decisiones y en la vida pública. Necesitan herramientas para sostenerse a sí mismas, proveer a sus hijos para terminar con el ciclo de pobreza y privación intergeneracional. Necesitamos verlas como contribuyentes a la sociedad, no como objetos de piedad o vergüenza. Todas las viudas merecen vivir una vida digna, libre de violencia y abuso.
La Familia Vicentina está tocando la vida de muchas viudas en el mundo en desarrollo y el desarrollado, a través de una variedad de servicios. Podemos tener una opción preferencial para el empoderamiento de las viudas, si las consideramos como las más pobres de los pobres.
Pasos que se pueden dar:
- Abogar por la aplicación de las leyes existentes que protegen a las mujeres y sus derechos de herencia.
- Iniciar la práctica de ayudar a los hombres con enfermedades terminales a escribir su testamento, para permitir que una mujer a heredar su riqueza: la casa, la tierra y otras propiedades.
- Ayudar a procesar a los autores de violencia, violación y traficantes.
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