Sierra, Plástico, Mar.
Comenzamos el día rumbo a El Ejido, donde nos recibe la Asociación CEPAIM. Nos dividimos en tres grupos para recorrer el mar de plástico que envuelve la zona. Nos guía Abdelaziz, marroquí que lleva 30 años en España y que durante unos meses vivió bajo esos plásticos. Cuando la producción está en un momento culmen, hasta 9000 personas pueden sobrevivir trabajando 12 horas al día por unos 17 euros, una forma de esclavitud moderna a la que se ven abocados muchos inmigrantes una vez consiguen llegar a la “tierra prometida”.
Kilómetro a kilómetro, solo domina el blanco que refleja la cal que llevan los plásticos, salpicado por chabolas con parabólicas, señal inequívoca de que ahí reside una familia inmigrante. Otros tienen menos “suerte” y sobreviven en los cobertizos dentro de los mismos plásticos.
Las escenas que aparecen entre nosotros hacen que por momentos nos preguntemos si seguimos en España, ya que estas condiciones infrahumanas a menudo nos pasan desapercibidas.
El recorrido termina en una ladera que separa la esclavitud moderna en los plásticos, de un complejo turístico residencial donde veranea la clase media-alta.
Al mediodía nos subimos al barco que nos llevará a un nuevo continente. Durante la travesía no podemos dejar de pensar en las miles de personas que han dejado allí sus vidas.
Dios nos sigue hablando en cada rincón, ya sea en el barco, en la furgoneta o visitando los proyectos.
Las historias van haciendo mella en nosotros y las noticias son escuchadas de otra forma. Nos empapamos de cada uno de los momentos que Dios nos regala, con la certeza de que Él nos acompaña en cada paso que damos.
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