Estamos en una época del año en la que suelen celebrarse ordenaciones. También, durante esta época del año recuerdo una homilía predicada por un provincial jesuita: «¿Soy lo suficientemente débil como para ser sacerdote?». Este año tenía la intención de releer esta homilía pero, por desgracia, mi copia se perdió cuando me mudé a mi destino actual.
Así que hice lo que normalmente hago: buscar en Internet. ¡Qué búsqueda más gratificante! Descubrí un artículo de un sacerdote paúl, el P. Jim Cormack. «Reflexiones sobre el servicio a los pobres«. Apareció en la búsqueda porque la segunda de las siete características del servicio vicenciano plantea la pregunta: «¿Soy lo suficientemente débil para servir?».
MARCAS DISTINTIVAS DEL CARISMA DE SERVICIO
Para describir el carisma de servicio vicenciano, nos podemos hacer unas cuantas preguntas. Estas preguntas perfilan y dan forma al carisma. Aunque ninguna de ellas es una cita directa de san Vicente, estoy seguro de que son preguntas que él mismo se hizo a sí mismo y a los que reunió a su alrededor para servir a los pobres de Francia durante el siglo XVII. Permítanme plantear estas preguntas para ayudar a resaltar la imagen de lo que significa el carisma de Vicente de Paúl.
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2) Estoy convencido de que Vicente se preguntó: «¿Soy lo suficientemente débil para servir?» ¿Somos débiles y necesitados, no enfermos o incapacitados? Ser necesitados significa que también nosotros estamos abiertos a ayudar; no somos autosuficientes y absolutamente independientes. La persona que sirve, un hombre o una mujer llamado desde el amor a servir a los pobres, debe ser débil, no debe ser tan fuerte que no necesite nada, o que siempre pueda ayudar, siempre sabiendo lo que es correcto, siempre teniendo disponibles los recursos y la energía necesarios. Nadie es tan perfecto, o lo tiene todo, como para no hacerse preguntas o tener heridas interiores. Más personalmente: ¿cómo puedo estar abierto al sufrimiento y al dolor si no lo esperimento yo mismo? San Pablo afirma que es en la debilidad que el poder de Dios alcanza su corona y es suficiente. Así conocemos y vivimos la verdad de que, en nuestra tarea de servicio, la vida de Jesús es suficiente.
A menudo una vida de servicio con sus demandas puede abrumar. Intentar ser inteligente, sabio, poderoso e ingenioso no es una respuesta. Necesitamos mirar primero al Señor que nos da poder cómo somos y nos da lo que necesitamos para servir en este mundo roto. Un servidor no lo hace todo, no lo soluciona todo; un servidor sirve y confía. En la debilidad se esfuerza y lucha por ayudar, consolar, cambiar, perdonar. Un servidor que confía no tiene miedo a la debilidad y, por lo tanto, no es vencido por ella. Un servidor que es débil y sabe que el Señor le da lo que necesita, da y da de nuevo y nunca se agota. Uno que es lo suficiente débil para servir nunca se cierra, aunque esté cansado; nunca desespera, aunque esté abrumado. Uno que es lo suficientemente débil como para servir confía lo suficiente como para unirse a la muerte del Señor, para llevar la resurrección del Señor a aquellos a los que él o ella es llamado y enviado. Tal debilidad, mientras rechaza la fuerza y la autosuficiencia, necesita coraje.
El resto del artículo plantea preguntas que vale la pena considerar. Pero por ahora, podríamos preguntarnos a nosotros mismos:
- ¿Estoy «en sintonía» con mis debilidades?
- ¿Puedo realmente entender la debilidad de los demás si no me permito aceptar mis debilidades?
PD. Henri Nouwen tenía una frase para esto: el sanador herido.
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