Jesús es la novedad en persona. Esa novedad fascina y escandaliza.
La novedad que es Jesús se manifiesta indudablemente al alimentar él a unos cinco mil. Como ovejas, descansan en verdes praderas.
Debido a la novedad de la señal de Jesús, los alimentados procuran proclamarlo rey. Pero se retira a la montaña, él solo. No tardan en buscarlo de nuevo.
Pero la novedad fascinante resulta escandalosa al comenzar explicar Jesús la realidad significada. Pronto les asegura que el pan vivo bajado del cielo es su carne. Y disputan entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».
No conocen ellos este nuevo alimento; tampoco lo conocían sus padres. Pero Jesús no se echa atrás ante objetores. No suaviza su enseñanza dura. Les advierte: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tendréis vida …».
No atenúa Jesús la novedad de su enseñanza.
Personifica Jesús la novedad, haciéndoles a sus oyentes preguntarse estupefactos: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad!». También todo lo que toma el mundo por normal, esto lo pone Jesús boca abajo.
Es que declara bienaventurados a los pobres y reclama el abandono de la violencia, venganza. Y pide: «A vino nuevo, odres nuevos». Asimismo, resalta de manera sorprendente que no se salvará uno sin nacer de nuevo. También nos exhorta a no aceptar nada de como buscan la grandeza los paganos. Entre nosotros, ser grande es servir y dar la vida por los demás.
Además, Jesús afirma durante la última cena que el cáliz de bendición es la nueva alianza. Y, claro, da el Maestro el nuevo mandamiento de amar, como él, hasta el extremo. Finalmente, poco antes de subir al cielo, dice él que quienes crean, hablarán lenguas nuevas.
Con razón se nos enseña sobre la nueva vida, nueva creación, nueva naturaleza, nueva mente, nueva humanidad. Ser de Cristo es seguir el camino nuevo y vivo. Es tener grabado su mandamiento en la mente y el corazón, llevarlo en las entrañas. Si no nos apartamos del Nuevo Testamento, ni a la derecha ni a la izquierda, Jesús seguramente nos concederá su novedad.
Y cuanto más aproximamos acá abajo, interior y exteriormente, los bienes de allá arriba, más cerca queda el cielo nuevo. La primera vez que vieron los israelitas el maná, se preguntaron: «¿Qué es esto?». Siendo nosotros los bienes de arriba a los que aspiramos, quizás se pregunten también nuestros contemporáneos: «¿Qué esto?».
Señor Jesús, haz que demos culto debido a la Eucaristía que proviene de tu amor infinitamente inventivo (SV.ES XI:65). Concédenos aprovecharla también. Así veneraremos perfectamente tu novedad, revelada en los misterios de la Santísima Trinidad y la Encarnación (RCCM X:1. 2).
18 Junio 2017
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (A)
Dt 8, 23. 14b-16a; 1 Cor 10, 16-17; Jn 6, 51-58
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