De niña mi padre nos llevó a mis hermanas y a mí en un viaje en barco alrededor de la isla de Manhattan.
Recuerdo mi asombro ante las vistas desde ese punto. Aunque residía entonces en Long Island, conocía la ciudad. Era donde mi papá trabajaba, y donde vivían mis abuelos y primos.
Cuando llegamos al East River me sorprendió la visión de las Naciones Unidas. Recuerdo claramente pensar que allí era donde trabajaban las personas muy importantes. Fue allí donde se discutían y decidíann tantos temas importantes. Personas de todo el mundo se reunían, tratando de entender los puntos de vista del otro. Viniendo de una pequeña ciudad homogénea, la ONU era un sitio que una niña veía como bastante excitante y exótico.
Sesenta años después, ¡heme aquí representando a la Sociedad de San Vicente de Paúl en la ONU! Esa niña pequeña en barco está conmigo cada vez que entro por las puertas y cruzo la plaza de la ONU. Al entrar a la ONU como representante de una ONG, reconozco la importancia de lo que hago. También me doy cuenta de que no soy una persona importante, pero que sí represento a personas muy importantes: las personas que no pueden venir a la ONU y hablar por sí mismas. Están dispersos por todo el mundo, viviendo en la pobreza, siendo suprimidos por las políticas gubernamentales injustas, el racismo y la ignorancia.
Hace un par de semanas asistí a un panel sobre el desplazamiento inducido por el clima. Había gente indígena de varias partes del mundo que hablaron con elocuencia sobre la pérdida de tierras y la migración de sus tierras de origen.
Oí a Sunema Pie Simati, Secretario de la Misión Permanente de Tuvalo, una pequeña nación insular en el Pacífico Sur. El Secretario Simati nos dijo que han perdido cuatro islas desde 2000, debido al aumento del nivel del mar. Dos de estas islas se perdieron en marzo de 2015 debido a una tormenta.
El aumento del nivel del mar es algo más que una simple cuestión de tierra perdida causada por las inundaciones. También afecta la seguridad de los alimentos y el agua. Esta nación depende de los cultivos y la vida marina para sobrevivir. Las inundaciones del mar destruyen el suministro de agua dulce. Y no pueden simplemente moverse a un terreno más alto, porque no hay terreno más alto. El desplazamiento debe ser externo.
Es todo un país el que se ve afectado por el cambio climático. El 100% de los habitantes de Tuvalo se enfrentan a la pérdida de su patria sagrada.
Un segundo orador fue Prairie Rose Seminole. Prairie Rose representa varias tribus nativas americanas, incluyendo cuatro tribus de Alaska.
Ella nos dijo que los forasteros vinieron a sus tierras para pescar, y hacer cambios en la infraestructura. Esto ha aumentado el costo de vida, haciendo más difícil para las tribus sobrevivir con las antiguas costumbres. Muchos se enfrentan a la perspectiva de marcharse. Temen la pérdida de su lenguaje y cultura. Los ancianos y la generación más joven son propensos a permanecer en sus tierras, mientras que los de mediana edad quieren moverse.
Prairie Rose lloró cuando nos dijo que su gente estaba atada a la tierra; viven de la tierra, y siempre ha sido así. Cuando ya no pueden vivir como lo han hecho en el pasado, la comida se convierte en un lujo.
Las tribus de Alaska se enfrentan a una severa pérdida de la capa de hielo, lo que significa que los helicópteros ya no pueden aterrizar en el hielo en caso de emergencia médica o de otra índole. Las madres embarazadas ahora abandonan sus hogares y se trasladan al interior dos meses antes de su fecha de parto por razones de seguridad, separándolas de sus familias en este momento crítico para el apoyo y la unidad familiar.
También escuchamos a Adelson Kora Kanamary, del Pueblo de Kanamary, Brasil.
Quería que supiéramos cómo el cambio climático ha afectado no sólo a la gente del bosque, sino a TODOS. El mundo entero está conectado. Nos recordó que estábamos discutiendo el clima del mundo, que no tiene límites ni fronteras.
Desde su perspectiva de primera línea, nos dijo que cree que las grandes corporaciones no ven el cambio climático, que no pueden ver lo que está sucediendo a los pobres. Las gentes del Amazonas sabes cómo cambió drásticamente nuestro mundo. Ellos tienen un control mucho más directo sobre el cambio climático. Lo sienten, lo tocan y hasta pueden olerlo.
La temperatura en el Amazonas es más caliente que hace diez años, y hay menos lluvia. Los peces están muriendo, y los trabajadores en los campos ya no pueden trabajar muchas horas, debido al calor extremo del sol. Luego, durante la estación lluviosa, las lluvias vienen más rápido, y los ríos suben mucho más. La gente tiene que alejarse de las orillas del río cuando se desbordan.
Se refirió a esto como «La rebelión de la Tierra».
Teresa Blumenstein, de UNANIMA International, afirmó: «Una de cada cinco inspiraciones de aire que hacemos fue generada por el bosque amazónico». Estamos indudablemente conectados. Podemos estar a medio mundo de distancia, pero somos un mundo.
¿Qué relación tiene todo esto con mi papel de representante de la Sociedad de San Vicente de Paúl? Lo veo con claridad. Las personas que viven en la pobreza en todo el mundo y las personas que NO viven en la pobreza en todo el mundo son una familia. Estamos todos juntos en esto. Aquellos que viven en la pobreza necesitan una voz en la mesa. Aquellos que viven en lugares remotos, en las primeras líneas del cambio climático global, necesitan una voz en la mesa. Ahí es donde creo que entramos. Estoy sentada a la mesa, junto con otros miembros de la Familia Vicenciana; estamos hablando en nombre de aquellos que no pueden estar aquí.
Ahora, volviendo a esa niña pequeña en el barco con sus hermanas y papá… ella todavía cree que las Naciones Unidas son un lugar donde la gente muy importante toma decisiones muy importantes. La diferencia es que ahora se da cuenta de que las personas con los pases de seguridad no son las personas importantes. Es la gente que no está en la mesa que son los VIPs. La gente de la ONU es simplemente la voz de los pobres.
Me encanta mirar el río mientras camino a través de la plaza, y a veces veo uno de esos barcos turísticos subiendo por el río. Siempre rezo que haya una niña o un niño en el barco, mirando a la ONU con asombro, como yo lo hice hace tantos años. Ciertamente necesitaremos su voz en la mesa dentro de pocos años.
Pattie Hughes, SVdP
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