«No sabía la situación de la casa (hospital) de los pobres, pero, Dios mío, querida Hermana, ¿quiénes la ocuparán y qué será del ejercicio de las Señoras de la Caridad si se obliga a sus enfermos a que vayan al hospital? Ya verá usted cómo los pobres vergonzantes van a verse privados del socorro que era para ellos la comida ya preparada y las medicinas y que la pequeña cantidad de dinero que se les proporcionaba ya no se empleará en sus necesidades. Estamos obligadas, tanto como lo podamos, a través de nuestras caritativas advertencias, a impedir que esto ocurra” (c. 553).
Luisa de Marillac, Carta a Sor Bárbara Angiboust para que, desde Bernay, dirigiera varias comunidades.
Reflexión:
- Las Señoras de la Caridad (AIC), establecidas en Bernay, ciudad importante en el norte de Francia, en Normandía, pidieron Hijas de la Caridad para llevar una escuelita de niñas, dar catequesis a las mujeres y cuidar a los enfermos pobres. En la mente de Luisa de Marillac, recordando su situación antes de ser Hija de la Caridad, estaba atender a los pobres vergonzantes (personas pudientes venidas a menos). Las Hijas de la Caridad estarían a las órdenes de las Señoras y estas pensaron hacer un hospital que acogieran a los enfermos.
- Luisa de Marillac se opuso por dos motivos. Uno, porque las Señoras de la Caridad dejarían de visitar personalmente a los enfermos en sus casas, donde se les podía dar más fácilmente la catequesis a ellos y a la familia, desapareciendo el contacto humano. Al visitar a los enfermos verían la pobreza de la familia y la ayudarían con dinero. Y dos, porque la situación y las condiciones de los hospitales era tan calamitosa que solamente los pobres iban a ellos. Los ricos tenían su médico en casa o le mandaban venir. Por esta razón, los pobres vergonzantes nunca irían a un hospital.
- Ella sentía que la Familia Vicenciana estaba obligada, no solo a remediar las necesidades de los pobres, sino también a ser modelo ante el mundo de lo que se debe hacer y de cómo se debe realizar la caridad: A los pobres hay que tratarlos con toda la dignidad de su condición social y de seres humanos, hijos del Padre redimidos por Jesucristo y hermanos nuestros.
- Pero santa Luisa encamina a la Familia Vicenciana no solo a hacer el bien, sino también a impedir que se haga o se decrete algo que causaría perjuicios a los pobres; y esto solemos olvidarlo.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Estamos olvidando la ayuda personal a los pobres con disculpa de que hay muchos fraudes y debe estar organizada? ¿Es por comodidad o por organizarla? ¿Da resultados? ¿Solemos abandonar en las Instituciones la ayuda a los necesitados?
- La Familia Vicenciana debe tener presente que los necesitados prefieren que les den trabajo más que limosnas. ¿Cómo ayudar a encontrar trabajo o a crear negocios?
- ¿Cómo interpretas el evangelio: tuve hambre y me diste… quien acoge, a mí me acoge… o la parábola del Samaritano.
Benito Martínez, C.M.
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