Jesús es Dios-Hombre. En persona desenmascara el engaño en la sugerencia tentadora del diablo: O Dios o el hombre.
Desde la fe en el Verbo encarnado, no podemos sino rechazar esta sugerencia tentadora. No es verdad que solo se puede escoger a Dios o al hombre. Dios y el hombre son compatibles. Y quienes proponen lo contrario solo plantean un dilema falso.
Indudablemente, es bien atractiva y tentadora la aserción de que los hombres nos mejoraremos desobedeciendo a Dios. Pero no por eso deja de ser absurda. Es que si Dios se opusiese a la realización humana, razón no tendría para crearnos en primer lugar. Y le resultaría aún más insensato crearnos a su imagen.
Así que la verdad y lo sensato es que el Creador quiere que seamos como él. Además, nos revela por medio de Jesús cómo puede llegar la humanidad a la divinidad. Las dos se encuentran y se besan en el que nos convierte en justos por su obediencia.
Camino de obediencia humilde, no de desobedencia tentadora
Desacredita Jesús la sugerencia tentadora de que, para lograr nuestra libertad humana, necesitamos libertarnos de la servidumbre divina. Es que precisamente por ser humano hasta el extremo que Jesús es divino. Es decir, se rebaja hasta someterse incluso a la muerte; por eso queda levantado sobre todo y recibe el «Nombre-sobre-todo-nombre».
Pero, ¿acaso no traicionamos nuestra fe debido a la doble vida? La doble vida da a entender que no hallamos compatibildad alguna entre la religión cristiana y la vida humana diaria.
¿No desmentimos nuestra supuesta adhesión al Siervo Sufriente, resplandeciente en la cruz, por comportarnos como los oportunistas? Éstos se aprovechan de su condición de poder para sus propias necesidades y ganancias, sin cuidar del desvalido. Y para satisfacer sus apetencias de poder, se sirven ellos de sus familiares y amigos poderosos e influyentes.
¿No nos impiden las ambiciones de gloria seguir el camino de justicia y misericordia? Esas ambiciones nos ciegan también. Es posible que, a causa de ellas, no percibamos ni el don del otro ni el don de la Palabra.
De verdad, una cosa es dar testimonio del Verbo encarnado por palabra y otra cosa dar el mismo testimonio por obra. Abrazamos a Dios no tanto con palabras dulces cuanto a costa de nuestros brazos y con el sudor de nuestra frente (SV.ES XI:733).
Señor, eres la comunión vital entre Dios y los hombres. Haz que encontremos tan tentadora tu vida que demos testimonio irrefutable de la misma comunión.
5 Marzo 2017
Domingo 1º de Cuaresma (A)
Gen 2, 7-9; 3, 1-7; Rom 5, 12-19; Mt 4, 1-11
0 comentarios