“En este momento, los señores de San Sulpicio mandan a pedir cuatro jóvenes de las inmigrantes refugiadas para que ayuden a nuestras Hermanas. ¿Se las damos? O ¿no sería preferible que los enfermos ya convalecientes fuesen ellos mismos a buscar su ración ordinaria? Nuestras Hermanas de allí son seis, pero dos de ellas están enfermas. Temo que esta mezcla traiga confusión y mucho perjuicio, que puede venir incluso por parte de las mismas Hermanas” (c. 416).
Luisa de Marillac, Postdata a una carta que santa Luisa envió a san Vicente de Paúl en 1649.
Reflexión:
- En París y en los pueblos de los alrededores estalla la insurrección de la Fronda contra el despotismo del rey y de su ministro Mazarino. La gente huye a refugiarse en París, especialmente las mujeres jóvenes, carnaza para los soldados. Santa Luisa, ayudada por las Damas de la Caridad (AIC), se preocupó de salvar a las jóvenes que llegaban a Paris para que no cayeran en la prostitución.
- La Jerarquía de la Iglesia consideraba a la mujer puerta del diablo, para disculpar la escandalosa inmoralidad de algunos sacerdotes y religiosos, “pobres seducidos por las artes eróticas de la mujer”. Desconfiaban hasta de las religiosas a las que había que meter en clausura dentro de altos muros. La mujer quedaba encerrada en las tres “C”: cocina, cama o convento. Pues la mujer, para ser decente, debía estar casada o en un convento. A la soltera se la consideraba una mujer disoluta y una tentadora insidiosa por ser mujer y por estar soltera.
- Así consideraron los aguadores a las Hijas de la Caridad que iban a coger agua a la fuente pública cerca de la Casa Central (D n. 721), dirigiéndoles insinuaciones sucias y groseras, pues las primeras Hermanas vestían como las jóvenes parisinas. En otras regiones se convertía en el hábito, pero no en París, donde era el vestido de todas las jóvenes. De ahí que santa Luisa se oponga a que las jóvenes inmigrantes hagan el servicio de las Hermanas, para que no las confundan, ya que las jóvenes inmigrantes llevaban una vida de mundo con un lenguaje, a veces, grosero y lascivo, mientras que las Hermanas vivían en castidad, pobreza y obediencia.
- El celibato es una ofrenda de su vida que hace a Dios un cristiano, laico, sacerdote o religioso. Y no abraza el celibato porque no le atraiga el sexo contrario y la vida matrimonial. Es una vocación de servicio al mundo y al Pueblo de Dios. No es nada fácil, pero Dios ayuda. Y con la Gracia de Dios todo es posible.
- A veces salen a la luz casos de consagrados, sacerdotes, obispos, que fallan a su entrega, divulgados por algunos medios de comunicación, como cebo de ventas.
- La Iglesia no admite la llamada ideología de género: que todos nacemos hombre o mujer, pero ser masculino o femenino depende la educación que se reciba. Tampoco, como Iglesia que son, lo admite ninguna rama de la Familia Vicenciana.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Qué hago yo por las personas que abrazan el celibato por el servicio de Dios y de los pobres?
- ¿Rezo por ellas?
- ¿Las defiendo cuando falsamente las critican?
- ¿La abolición del celibato es la medida correcta?
- ¿Les ayudo en sus necesidades materiales y espirituales?
Benito Martínez, C.M.
Me siento feliz por formar parte de la familia vicenciana