San Vicente siempre consideró 1617 como el nacimiento de su Familia. Aunque sus tres principales fundaciones tuvieron distintas fechas de nacimiento jurídico – las Cofradías de Caridad en 1617, la Congregación de la Misión en 1625, y las Hijas de la Caridad en 1633 – Vicente sistemáticamente miraba 1617 como el año en que todo empezó. Aquel año, él tuvo dos experiencias que transformaron su vida.
La primera tuvo lugar en enero en Gannes-Folleville, al norte de París. Cuando estaba acompañando a la Señora de Gondi en sus visitas a los trabajadores de su propiedad familiar, él fue llamado a la cabecera de un campesino moribundo que tenía la fama de ser un santo. Vicente le animó a hacer una confesión general. El campesino abrió su corazón, confesando pecados horribles que él había escondido durante años. Cuando recibió la absolución, se sintió liberado y lleno de alegría. Él convocó en su casa a su familia, a sus vecinos y a la misma Señora de Gondi y les contó la historia.
Tres días más tarde, falleció. Con la ayuda de la Señora de Gondi, Vicente organizó rápidamente una misión popular para los habitantes de la zona, poniendo de relieve la importancia de la confesión general. La gente acudió en masa. El 25 de enero 1617, predicó un sermón en Folleville que tuvo mucha fuerza y era fácil de comprender. Tras ello, las confesiones eran tan numerosas que tuvo que buscar más sacerdotes para escucharles. Cuarenta años más tarde, al mirar hacia atrás a su “primer sermón de la Misión,” él lo consideró como el principio de la Congregación de la Misión.
Más tarde en el mismo año, Vicente se convirtió en el pastor de Châtillon-sur- Chalaronne, en el suroeste de Francia. Allí, hacia agosto de 1617, tuvo una segunda experiencia de las que cambian la vida. Habiendo oído que los miembros de una familia en su parroquia estaban bastante enfermos, hizo una llamada a sus feligreses en su sermón dominical para ayudarles. Más tarde ese mismo día, se encontró con numerosas mujeres que volvían de la casa de la familia enferma. Él se dio cuenta de que había que organizar mejor la Caridad. Se preguntó a sí mismo, “¿No se podría reunir a estas buenas mujeres y animarlas a que se entreguen a Dios para servir a los pobres enfermos?” Décadas más tarde, al mirar atrás, contempló esta cuestión como una llamada de Dios para fundar las Cofradías de las Obras de Caridad, cuya primera Regla escribió unos pocos meses más tarde, y las Hijas de la Caridad, que judicialmente nacieron 16 años más tarde.
Misión (Folleville) y Caridad (Châtillon) fueron el núcleo del tender la mano de Vicente hacia los pobres. Él instó a sus seguidores a servir a los pobres “espiritual y corporalmente,” mediante “la palabra y la obra,” y puso en la tarea grandes habilidades organizativas.
Desde 1617, más de 300 ramas habían brotado en el árbol de la Familia Vicenciana. Algunas ramas eran minúsculos retoños. Otras, como la Sociedad de San Vicente de Paúl, con 800.000 miembros en 150 países, son sólidas ramas. Cada una tiene su propio tono en cuanto a la espiritualidad. Esta diversidad es sana y enriquecedora. Pero, en medio de esta diversidad, todas las ramas de la Familia comparten también una rica espiritualidad en común. Destacan cinco elementos. Es una espiritualidad:
1) Que funde oración y acción
Cuando escribía a un sacerdote de la Congregación de la Misión en 1657, San Vicente sostenía como virtudes centrales “dos (virtudes) de Jesús, su relación filial con el Padre y su caridad hacia el prójimo.” Él consideraba indispensable una combinación de oración y acción.
“Dadme a alguien que rece,” exclamaba Vicente, “que él o ella serán capaces de todo.” Al mismo tiempo, declaraba, “Amemos a Dios, hermanos y hermanas míos, amemos a Dios, pero que sea con la fuerza de nuestros brazos y con el sudor de nuestra frente.”
¿Cómo podemos integrar mejor la oración y la acción cuando servimos a los pobres?
2) Que es totalmente Cristocéntrica
En repetidas ocasiones, Vicente ponía de relieve el carácter central de Cristo. Al escribir las normas para los grupos que fundó, él instaba a todos ellos a ver la cara de Cristo en la cara de los pobres. Él les animaba a meditar sobre los “misterios” de Jesús: los acontecimientos de su vida, muerte, y resurrección. Dijo a su amigo de toda la vida, el Padre Portail: “Recuerda, vivimos en Jesucristo a través de la muerte de Jesucristo, y morimos en Jesucristo a través de la vida de Jesucristo. Nuestra vida debe estar escondida en Jesucristo y llena de Jesucristo. A fin de morir como Jesucristo, debemos vivir como Jesucristo.”
¿Cómo podemos entrar más plenamente en la visión-fe que permitió a Vicente ver la cara de Cristo en la cara de los pobres?
3) Que hace la sencillez fundamental
Vicente declaraba explícitamente que la sencillez es “mi evangelio”. Él la llamaba “la virtud que más amo.” Él ponía especialmente de relieve dos aspectos de la sencillez: sencillez en la palabra y sencillez en el estilo de vida. Él instaba a todas sus fundaciones iniciales – las Cofradías de la Caridad, la Congregación de la Misión, y las Hijas de la Caridad – a hacer de la sencillez el valor central de sus vidas.
¿Cómo podemos nosotros aprender a hablar y a vivir más sencillamente cuando servimos a los pobres?
4) Que está fundada en la humildad
No hay ninguna otra virtud sobre la que Vicente hablara tan elocuentemente como la humildad. Él declaraba que ella es “el fundamento de toda perfección evangélica, el núcleo de la vida espiritual.” Él quería que viéramos a los necesitados como “nuestros Señores y Maestros”. Él insistía en escuchar a “los más pequeños de mis hermanos y hermanas” y nos instaba a colaborar unos con otros.
¿Cómo podríamos escuchar mejor a los pobres cuando discernimos sus necesidades?
5) Que se expresa en la caridad creativa
Uno de los dichos más citados de Vicente es “El amor es creativo, incluso hasta el infinito.” El contexto de esta afirmación es diferente de lo que normalmente imaginamos. Cuando Vicente utilizaba esta frase, hablaba de la creatividad de Jesús al instituir la Eucaristía. Aun así, la frase es fácilmente aplicable al mismo Vicente y a sus seguidores. Al responder a los acontecimientos, Vicente mostraba una notable libertad. Él concibió nuevas soluciones y creó nuevas instituciones para abordar los continuos problemas de los marginados y abandonados.
¿De qué forma podríamos ser más ingeniosos cuando servimos a los pobres?
Vicente identificó los cinco elementos precedentes como algo esencial para una espiritualidad sana. Él estaba profundamente convencido de su importancia. De hecho, declaró que sin todos ellos, dejaríamos de existir como Familia.
Autor: Padre Robert Maloney, CM – Consejero Espiritual Internacional del CGI/SSVP
Fuente: http://ssvpglobal.org/
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