¿Tienes idea del increíble don que supone el ser amado por Dios?
«Místicos: un misterio de gracia y libertad – un regalo para compartir» es la segunda entrega de un mini retiro basado en reflexiones escritas por Vinícius Augusto Teixeira, CM de la Provincia de Río de Janeiro (Brasil). En esta sección podemos reflexionar sobre nuestra conciencia de ser increíblemente amados por Dios, como un regalo para compartir.
He aquí algunos extractos de esta buena reflexión.
¿En qué sentido alguien puede ser considerado místico?Hay muchas respuestas posibles a esta pregunta. Nadie ignora que, sin embargo, algunas características definen sustancialmente a una persona mística, dotada con una vigorosa interioridad, habitada por convicciones profundas, iluminada por altos ideales, dinamizada por una conciencia recta. Y todo esto se expresa en una consistente fibra moral, una personalidad equilibrada y una praxis coherente y perseverante.En el horizonte de la fe cristiana, todo místico se distingue por su familiaridad con el misterio de Dios, por su apasionada identificación con Jesucristo, por su docilidad a las inspiraciones del Espíritu.
En esta perspectiva, mística es la persona que se reconoce alcanzada y rodeada por un Amor que la encanta y compromete, aclarando su entendimiento, movilizando su voluntad y empeñando su libertad. Este Amor no se confunde con una fuerza cósmica, un sentimiento fugaz o un concepto abstracto. Este amor personal es Dios mismo (cf. 1Jn 4,8.16), que se ofrece como regalo, como fuente de sentido verdadero, permitiendo al ser humano la gracia inmerecida y la alegría indecible de experimentarlo, acogerlo y conocerlo, sin jamás agotarlo.
La experiencia de Dios, el acogimiento de su amor y el conocimiento de su misterio se desarrollan en el seguimiento de Jesucristo y en la receptividad a los dones del Espíritu. La mística cristiana no es una realidad meramente interior, no se restringe a arrebatos emocionales, ni exige fenómenos sobrenaturales para testificar su autenticidad y eficacia. La densidad de una mística se comprueba principalmente en el ejercicio de las virtudes teologales: en una fe confiada, en una esperanza dinámica, en un amor oblativo. En otras palabras, a pesar de que germine en las profundidades del ser, la mística produce y ofrece sus frutos en la vida cotidiana, en el tejido de las relaciones interpersonales, en el procedimiento ético, en la palabra transparente, en la entrega generosa de sí mismo, en el testimonio convencido y convincente de la verdad.
Por lo tanto, mística es misterio de gracia y libertad, de don y compromiso, de oferta y acogida, en el cual la finura de la iniciativa del Señor se une al ser humano que a él se abandona.
Dos preguntas para una reflexión orante:
- ¿Realmente entendemos que estamos aferrados y rodeados por un amor extraordinario?
- ¿Sentimos que este es un regalo que está destinado a ser compartido en el amor abnegado?
La tercera parte se publicará el Domingo:
Vicente de Paúl: un verdadero místico: En la medida que vamos reflexionando en la vida de Vicente, encontramos esbozado para nosotros un misticismo polifacético que se arraigó en una profunda experiencia de Dios y un revestimiento del Espíritu de Jesucristo, encontramos un proceso gradual de conversión y demostrado por una fidelidad inquebrantable al servicio en favor de los pobres.
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