Me llamo Hno. João Soares, C.M. y soy portugués. Con mucha alegría les escribo para compartir un poco de mi vida como joven, seminarista y vicenciano. Estos tres adjetivos son aquellos que mejor me califican.

Como joven de 23 años, muy temprano opté por ofrecerme a Dios porque Él me llamó. Con 14 años tomé la decisión y con 16 ya estaba en las puertas del seminario de la Congregación de la Misión para ofrecer a Dios los mejores años de mi vida. Es una vida de entrega, de alegría y agradecimiento. Poder estar en una compañía que, como decía San Vicente, no hay otra misión que hacer lo que el mismo Cristo ha hecho.

Ser seminarista no es algo que esté separado de mi identidad. Soy en todo tiempo y en todos sitios. Asumo todas las implicaciones, por eso, es imposible una separación, pues mi juventud está marcada por esta elección.

Podría ser todo esto, joven, seminarista, pero misionero, quizás no. Por lo tanto esta característica diferencia mi vida. Optar por la vida misionera es configurar mi vida con la vida de Cristo, misionero del Padre. Por eso estoy en Mozambique realizando mi primera experiencia ad-gentes. Está siendo una experiencia de Dios y enriquecimiento.

Servir a Dios en los más pobres es algo que por muchas palabras que yo utilice solo me van a entender aquellos que lo viven. Los gestos, las miradas, las sonrisas son mucho mayores que las palabras. Está siendo una experiencia de conversión interior y percepción que el Evangelio está vivo, y no son necesarias muchas explicaciones para descubrir a Dios. Basta abrir los ojos.

Como JMV por afinidad quiero extender dos de mis atributos, ser joven y misionero vale la pena. Como dice el himno de JMV Portugal:

«Vicente amó a los hombres con corazón de Dios.
La tierra fría y desierta vamos abrir los cielos
Vicente amó a Dios en los pobres en su hermano
SER JOVEN VICENCIANO ES DAR PALABRA Y PAN»

Hno. João Soares, C.M.
JMV Portugal
Fuente: http://www.secretariadojmv.org/