Compartimos este mensaje que hemos recibido del P. Pedro Opeka, misionero paúl en Madagascar, quien en su visita a Barcelona (España) tuvo la oportunidad de encontrarse y compartir unos momentos con dos estrellas del fútbol mundial:
Estimados amigos de Akamasoa:
Esta mañana hemos tenido la agradable sorpresa de reencontrarnos con el actualmente mejor futbolista del mundo: ¡Lionel Messi! Interrumpió su entrenamiento para venir a saludarnos. Es casi un milagro, nos dice Josep Maldonado, el gran hombre de Barcelona que me ha invitado a esta hermosa ciudad.
Lionel Messi me ha sorprendido en gran medida, por el buen humor con que nos recibió; siempre me ha gustado mucho la humildad de este hombre que, siendo tan querido por las multitudes y los medios de comunicación, ha sabido mantenerse fiel a sí mismo.
Debo confesar que he apreciado su presencia de ánimo y su sonrisa sincera. Intercambiamos algunas palabras en un espíritu muy fraterno y cordial.
Había otras personas conmigo que también querían saludar a Messi: mi hermana Luba y su marido Carlos, el vicepresidente del Banco BID, el Cónsul Honorario de España en Madagascar, el Cónsul Honorario de Filipinas en España y una dama de la Fundación Club Barcelona.
Josep Maldonado, que organizó esta reunión y que también me presentó a Messi, fue de una amabilidad bondad extraordinaria. Con Messi vino también Mascherano, que me encanta por su tenacidad, fuerza y perseverancia en un partido de fútbol. Él también ha sido muy cordial y cuando supo del trabajo que hago, me dijo en varias ocasiones: «le deseo suerte en su misión de Madagascar».
He disfrutado invitándoles a venir a Madagascar y a Akamasoa. Por supuesto, esto es casi imposible, pero nunca se sabe. Nada es imposible para Dios.
Antes de partir, aún abracé fuertemente a Lionel Messi y sentí pasar una corriente de amistad y solidaridad. Puedo decir que fue un momento de gran humanidad el que vivimos juntos con Lionel Messi, Mascherano y todos los presentes.
Ojalá el mundo sea más solidario y fraterno. ¡Es posible! ¡Hagámoslo cada uno de nosotros realidad, sin descanso y sin tregua!
¡Un fuerte abrazo!
Padre Pedro Opeka
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