Dentro de menos de un mes, la Familia Vicenciana saludará con especial cariño a la Virgen en su advocación de «Milagrosa». Sin duda, hasta entonces se publicarán muchas reflexiones sobre la advocación, su historia, su actualidad, etc.
Hace dos semanas os invitábamos a hacer algo distinto: contar historias, tu historia o la de los tuyos, con la Virgen Milagrosa. No reflexiones, sino vivencias. Estamos seguros de que hay muchos gestos de amor y confianza en la Virgen dentro de nuestra Familia Vicenciana. Y compartirlas es otra manera de hacer familia.
El Padre Aidan Rooney nos ofrece su testimonio hoy. He aquí su relato. ¡Esperamos el tuyo!; después de su historia tenéis un formulario donde podéis escribir la vuestra, que será publicada a lo largo de los días que preceden a la fiesta de nuestra madre, el 27 de noviembre. Podéis hacerlo en Español, Inglés, Francés, Portugués, Italiano… no importa el idioma, intentaremos traducirlo a los idiomas que usamos en famvin.
¡Anímate! Seguro que muchos desean conocer «tu» historia para aprender a amar más y a seguir mejor el ejemplo de mamá María.
En el año 200, frente a una enfermedad grave, estaba llegando al extremo de mis fuerzas. Tiendo a sufrir de uno exagerado sentido de autosuficiencia, pero esta vez estaba acabado.
Con la mano en la medalla que siempre cuelga alrededor de mi cuello, empecé a rezar un «Ave María». No había sido mucho demasiado devoto a hacerlo antes de eso: llevaba la medalla por costumbre y porque yo era un Vicenciano. En ese momento, la enfermedad se detuvo, y busqué el consejo de un amigo y del médico que necesitaba. Estas fueron dos grandes gracias en mi vida.
He quedado libre de la enfermedad desde entonces, y la devoción de la Medalla Milagrosa y el Rosario se han convertido en una parte integral de mi vida de oración.
María siempre está esperando, escuchando, dispuesta para hablar con su Hijo.
Fr. Aidan Rooney, C.M.
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