Lo que Vicente y Federico entonces tenían en común con los cientos de miles de participantes de hoy en día en la JMJ 2016 es la energía y los sueños de juventud. Una pregunta para nosotros es qué podemos hacer para alimentar esos sueños en nuestra juventud vicenciana y ayudarles a canalizar su energía.

El mundo conoce hoy a Federico y a Vicente a través de su maravilloso legado. Pero una vez fueron jóvenes, arrastrados por su tiempo. Ninguno de los dos planearon «hacer mella en el en el universo» (Steve Jobs). Sin embargo, de ambos se puede decir que hicieron grandes abolladuras. Cuando Vicente murió de él se dijo que «cambió la faz de Francia». El sueño de Federico de «abrazar el mundo entero en una red de caridad» se puede ver en la Sociedad que lleva su nombre, con cientos de miles de miembros que sirven en más de 140 países.

Estoy convencido de que hay muchos Vicentes y Federicos, Luisas y Rosalías entre los millones de soñadores enérgicos presentes estos días en Polonia. Y aún más que no pudieron asistir.

J. Patrick Murphy nos recuerda en su folleto Mr. Vincent:

Vicente pasó su vida hasta la edad de 36 años (1617) buscándose a sí mismo, a Dios, y a un ingreso estable para que pudiera retirarse. Encontró su misión personal entre los pobres.
Lección: A veces lo que encuentras es mejor que lo que buscas.

Ciertamente, todos los que viajan a Cracovia están en busca de quiénes pueden ser. La mayoría se estarán preguntando qué pueden hacer con el futuro que se abre ante ellos. Tal vez algunos se sienten la llamada a la vocación religiosa. No hay duda de que habrá algunos que se inscribieron porque sería divertido y algo diferente… pero pueden verse sorprendidos por el impacto de la experiencia.

Con suerte, hay algo más que tienen en común con Vicente y Federico.

Lo que Vicente y Federico tenían en común era contar con la bendición de mentores. He escrito antes sobre Vicente y sus mentores. Todos conocemos la historia de cómo Federico y sus compañeros fueron asesorados por Sor Rosalía Rendu.

Lo que olvidamos es que ellos mismos se convirtieron en mentores. Lo que me lleva a un desafío para apoyar a nuestros jóvenes y aquellos que regresen de la JMJ inspirados a caminar en el camino de Vicente. ¿Reconocemos nuestras oportunidades para servir como sus mentores? ¿Qué clase de tutoría es lo que buscan y que podrían encontrar en nosotros?

Afortunadamente, tenemos un artículo del ex superior general Robert Maloney, el 22º sucesor de San Vicente, en el Vicente y Formación.

Fortunately, we haver an article by former Superior General Robert Maloney, the 22nd successor of St. Vincent, sobre  Vicente y la formación.

La tesis de este artículo es que ser Vicenciano también significa ser mentor… llevar a otros a participar más plenamente en la evangelización de los pobres.

Maloney hace una rápida revisión de la formación en la vida y escritos de San Vicente. A continuación, ofrece su visión sobre diez características que podemos aprender de San Vicente.

• Profundamente enraizado en la persona de Jesús
• Totalmente inmerso en el carisma vicenciano
• En contacto con el mundo de los pobres
• Capaz de ser un guía en el viaje espiritual
• Un buen oyente
• Un buen comunicador, hábil en el uso de los medios contemporáneos para implicar a otros en el proceso de formación
• Conocedor de la doctrina social de la Iglesia
• En diálogo con la vida de sus estudiantes y con la vida laical
• En contacto con los distintos grupos de nuestra Familia Vicenciana
• Verdaderamente misionero

En los días que enseñé en la universidad me perseguía la pregunta: «¿Habrá un Federico o una Rosalía sentado frente a mí?

Al apoyar a nuestros jóvenes en la oración, mientras participan en la JMJ, comprometámonos a ser buenos oyentes en diálogo tanto con ellos y como con sus vidas. ¿Quién sabe? Podemos estar escuchando a un futuro Vicente, Luisa, Federico, o Isabel.

J. Patrick Murphy