Una reflexión Vicenciana sobre el Cambio Sistémico
El otro día, un agente pastoral en activo compartió conmigo su experiencia de reencontrarse con alguien que conoció años atrás, quien le agradeció mucho su ayuda en aquel tiempo. El agente pastoral se sintió incómodo, ¡pues recordaba que apenas había podido ayudar en algo! Al decírselo, la persona respondió: “quizás fue así, pero me escuchabas. Eso era lo que más falta me hacía”.
El servicio a los demás no trata solo de hacer cosas, de llevar adelante proyectos. También se trata de estar con las personas, hacerse presente con ellas en sus dificultades, y escucharles atenta y compasivamente.
Saber escuchar es un valor evangélico. Aunque obviamente Jesús predicaba la Buena Nueva constantemente, también lo encontramos a la mesa con otros, en diálogo y discusión con los fariseos, y receptivo a las multitudes que lo buscaban. Incluso la oración es fundamentalmente escuchar, abriéndonos a las inspiraciones de Dios. “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
En nuestra sociedad, es raro que los pobres encuentren una audiencia que les escuche. Normalmente nadie pide su opinión. No tienen asiento en la mesa donde se toman decisiones. Mientras los “expertos” discuten lo que necesitan los pobres y qué es lo que deben hacer, no se les ocurre preguntarles a ellos. Pero los que viven atrapados en la pobreza saben lo que necesitan y, de hecho, son los únicos que, a la larga, pueden cambiar su situación.
El servicio vicenciano se centra en las personas. Mejor dicho: en las personas pobres. A las personas que se ven atrapadas en la pobreza no se las debe tratar como objetos de estudios y propuestas, sino como actores que desarrollan las propuestas y las llevan a cabo. Este es el primer principio del cambio sistémico: que las víctimas de la pobreza se conviertan en los artesanos de su propio trásito hacia fuera de la pobreza, hacia la “vida abundante” que proclama Jesús.
Saber escuchar atentamente es un servicio. Escuchar a los que viven en pobreza es el necesario comienzo de nuestra ayuda para cambiar los sistemas y las estructuras que los mantienen pobres. Nuestro servicio vicenciano nos invita a escuchar activa y compasivamente, creyendo profundamente en la propia inteligencia y capacidad del pueblo al que servimos.
Jim Claffey se jubiló recientemente de la Sociedad de Vicente de Paúl, en Long Island, donde se desempeñó como Director de Formación y Programas. Jim sirve actualmente como secretario ejecutivo de la Comisión Internacional de la Familia Vicenciana para la promoción del cambio sistémico.
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