«Tenedlo presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar» (Santiago 1, 19)

Un grupo de escolares del Colegio «San Vicente de Paúl» de Barbastro, Huesca (España), escribieron, dentro de las actividades organizadas en el día de san Vicente de Paúl de 2015, la siguiente reflexión:

Como san Vicente, queremos escuchar a las personas que pasan hambre, a los enfermos, a los pobres, a los refugiados, a los que se sientan solos y marginados. Muchas veces estamos tan agobiados con los estudios y con los problemas cotidianos, con las discusiones tontas… que nos olvidamos de escucharles y tenderles la mano cuando lo necesitan, siguiendo el ejemplo que san Vicente dio.

Una profunda reflexión para unos niños de apenas 10 años… Ya dice la Biblia que de la boca de los niños y de los que aún maman Dios se preparó su alabanza (ver Mt 21, 16). Y, ¿qué mayor alabanza se puede dar a Dios, con nuestra vida y nuestras obras, que cumplir su voluntad, tal y como Jesucristo nos la reveló, e ir a anunciar Buenas Noticias a los pobres? (ver Isaías 61, 1ss).

Escuchar más, hablar menos… y también, ¡actuar más!