Día Vicentino de ayuno y oración
Martes 9 de febrero de 2016
Familia de Dios – Fe para esparcir la luz de Cristo – Cada centavo vale la pena – Abre mis ojos
Familia Vicentina: Por favor, oren los unos por los otros y por todos a quienes ayudamos. Su trabajo es importante y no se puede hacer bien sin oración. Nos acercamos a la cuaresma, tiempo de ofrecer nuestras familias al Señor. Durante este Año de la Misericordia tenemos la bendición de ofrecer misericordia a todos a los que ayudamos que viven en pobreza. Tengan una feliz semana. Bendiciones, Lynn.
Familia de Dios – Ofrecerla significa hacer algo por nuestros seres queridos. Es la razón de ser del propio sufrimiento de Jesús en la cruz. A veces cometemos el error de creer que Jesús murió por los pecados de la humanidad. Jesús murió por todos nosotros— Sus hermanos. Solo Jesús pudo hacer semejante acto de amor. Nosotros imitamos a Jesús. Aquí es cuando entra en juego la fe. No nos creemos mártires en esas situaciones, sino ayudantes en la vida de los demás. Estamos llamados a servir a Jesús en los rostros de los demás. La familia es nuestro mayor regalo. El próximo lunes 15 de febrero es el Día de la Familia donde yo vivo. Tenemos el honor de haber iniciado el primer día feriado para celebrar la familia. Su familia es el mayor regalo y todos somos parte de la familia de Dios. Recuerde esto siempre cuando este ayudando a quienes viven la pobreza. Bríndele el amor que usted tiene y comparta su bondad con ellos. En la familia es donde empezamos a aprender el significado de la vida. Aprendemos quienes somos y de dónde venimos. Definitivamente aprendemos reglas para la vida y el compartir de las responsabilidades. También aprendemos a negociar. Digo esto porque me acorde de mis nietos más pequeños, Jada de 7 años y Aden de 9. Mama les pones una lista de tareas y ellos las hacen para ganar una estrella y un regalito al final de la semana. A Aden le encanta negociar tanto como a Jada y frecuentemente comparten las tareas. Es algo impecable. Claro que ellos se salen con la suya cuando Tony yo los estamos cuidando. La familia es la respuesta a una oración y convertirse en parte de la familia de Dios es la oración máxima.
Fe para esparcir la luz de Cristo – El libro de las Revelaciones (capitulo 21:23) explica esta luz. En el cielo no necesitamos el solo o la luz de la luna; la Gloria de Dios provee la luz, y el Cordero (Jesús) es la lámpara. La gente queda atraída por la presencia de Jesús en nosotros de la misma forma que las polillas son atraídas por el farol del frente de su casa. Nosotros mostramos la luz de Cristo a través de nuestras acciones y en este Año de la Misericordia nuestra luz debe ser aun más brillante. La gente que ayudamos termina atraída por la luz de Cristo que hay en nosotros cuando nosotros seguimos Su camino y los ayudamos con amor y respeto. Sea un ejemplo para nuestros jóvenes que a veces están en las tinieblas. Ore para que la Luz de Cristo los ilumine. Haga algo para llevarles la Luz de Cristo y recuerde celebrar su bondad. Pídale al Espíritu Santo que lo guie a actuar para llevarlos a la luz, su luz que brilla desde Jesús. Este siempre alegre. La alegría es un regalo maravilloso y fácil de compartir. Cuando estamos alegres, nuestra luz brilla más fuerte y aleja al demonio. Entréguele sus preocupaciones a Dios y ore por alergia. ¡Sea alegre! Eso es contagioso y los demás lo seguirán para tener alegría en sus vidas. La Luz de Cristo y su fe será abundante con la alegría que reciben y su luz brillara fuertemente.
Cada centavo vale la pena – San Pablo no dice en Corintios 1:6:19 que “nos trajeron con un precio.” Jesús en la cruz pagó el precio, y por el sufrimiento que tuvo es obvio que piensa que usted vale cada centavo. Nosotros solemos pensar que no valemos la pena. ¿Por qué? ¿Acaso pensamos que Dios cometió un error? Nosotros valemos a pena. Convénzase leyendo las Escrituras y reflexionando la Palabra. Dios nos habla a través de Su Palabra. En la Sagradas Escrituras es donde encontramos nuestro mensaje de adoración. Guía nuestras buenas obras. Toso es para Dios. El también nos dio los sacramentos. El mejor es el Santísimo Sacramento. El propósito de los sacramento es santificarnos en la familia vicentina, construir el cuerpo de Cristo y adorar a Dios. ¿Por qué? La respuesta es porque estos son signos de de nuestros maravillosos maestros. Ellos nos instruyen sobre la vida. ¿Cuál es el precio? ¿Cuánto vale? No se puede pagar con dinero. Dios nos hizo perfectos. Lo hizo sin costo. El no nos puede amar más de lo que lo hace. Somos Suyos y seguimos Su voluntad. El Papa Francisco nos dice “El nombre de Dios es Misericordia.” Nos la han dado gratis para compartirla con los demás. Las últimas palabras del Papa Juan Pablo 2do fueron “Jesús en ti confío. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.” Nuestro regalo vale cada centavo y nunca estamos solos. Estamos llamados a servir y Él siempre está con nosotros, ayudándonos a compartir el amor.
Abre mis ojos – Somos amados. Dios está siempre con nosotros. Si parece distante, adivina quien se alejó. Debemos creer de verdad. Dios quiere intimidad con nosotros. Él quiere estar cerca. Nuestros Dios es dador de vida, debemos abrir nuestros ojos y brazos a Su amor y transmitir ese amor a los demás. Perdón y amor es nuestra meta. Los mejores regalos que Dios nos ha dado son nuestra vida y Su amor. No tema verlos en los demás y en usted mismo. Si hemos de ayudar a los demás como servidores, debemos ver a Jesús en cada persona. Abrimos nuestros ojos y a través de nuestras oraciones vemos el novio que ama a todo el mundo. Debemos seguir con nuestros ojos abierto y aceptar que Dios nos ha llamado a ser sus discípulos. El nunca nos abandonara. Él está aquí a nuestro lado y dentro de nosotros. Sus ojos se abrirán mucho y usted sentirá un gran regalo; el amor máximo del novio a Su novia. Abrace este amor y vea todo a través de los ojos de nuestro Señor, quien nos amo incondicionalmente. Dios no excluye a nadie. El aceptará y ama a todos. ¿Estamos haciendo lo mismo? Abra sus ojos al servicio y ame a los demás exactamente donde estén. “Abre mis ojos de forma tal que pueda ver tus maravillas.” (Salmo 119:18)
Bendiciones, Lynn
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