Solidario con nosotros, Jesús nos capacita a los hombres para la solidaridad que nos lleve a aceptar a los difíciles de aceptar.
Viene a Juan todo el pueblo para bautizarse. En solidaridad con ellos, Jesús, sin conocer ninigún pecado, se somete humildemente y en oración al «bautismo de conversión para el perdón de los pecados».
Al bautizarse, el que puede más que el Bautista inicia a revelarse como la solidaridad divina con la humanidad frágil. No es que Jesús no haya sido siempre la solidaridad de Dios con los hombres: de su concepción es «Dios-con-nosotros»; solo que ahora se manifiesta así a la vista de todos.
Para que lo sepa todo el mundo, Jesús es confirmado, claro, Hijo de Dios, el amado, el predilecto. La confirmación remite a Sal 2, 7: «Tú eres mi hijo», y a «Hijo de Altísimo» del ángel Gabriel. Pero «amado» y «predilecto» señalan también al Siervo del Señor, elegido y preferido.
Sí, se manifiesta también el Hijo como el Siervo sufriente que, en solidaridad con los transidos de dolor y sufrimiento, nos justifica, cargando sobre sí todos nuestros crímenes. El Siervo es suave y firme: la caña cascada no la quiebra; tampoco se quiebra hasta implantar el derecho en la tierra.
Y en esta manifestación se vislumbra para el público el futuro de Jesús, el «que es al mismo tiempo suave y firme», por citar a san Vicente de Paúl (SV.ES VII:197). Afirma Heb 5, 8-9: «Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que obedecen en autor de salvación eterna».
Si los bautizados en Cristo obedecemos realmente como él, quedamos asegurados de la salvación. Pero como Dios nos salva a los hombres, «no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo» (LG 9), nuestro bautismo quiere decir incorporación no solo a Cristo, sino también a su comunidad.
Huelga decir que así como el bautismo de Jesús, junto con su confirmación, quiere decir comunión y solidaridad, así también significa lo mismo nuestro bautismo, junto con nuestra confirmación. Los bautizados con el bautismo del que bautiza con Espíritu Santo y fuego, dotados todos de la potestad de ser hijos de Dios y hermanos todos unos de otros, nos acreditamos por nuestra solidaridad, especialmente con los preferidos de Jesús: los excluidos, olvidados y tenidos en poco en el reino mundano.
Señor Jesús, modelo de solidaridad ejemplar,danos la convicción de san Vicente de que no nos basta amar a Dios si nuestros prójimos no le aman (SV.ES XI:553).
10 de enero de 2016
Bautismo del Señor (C)
Is 42, 1-4. 6-7; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16. 21-22
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